25 Domíname💖🔥

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La cama era un lugar mucho más cómodo y romántico

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La cama era un lugar mucho más cómodo y romántico. Carlos creía que la cama era ese pequeño refugio en donde dos personas que se amaban se cobijaban después de hacer el amor. Recordó haber tomado en sus brazos y besado en la frente a la chica con la que perdió su virginidad, la única novia que había tenido pese a ser bello en extremo.

Había pasado mucho tiempo de eso.

Las uñas se clavaron sobre la madera de la mesa de roble al punto de rasgarla. Cerró los ojos y su boca se abrió cuando la lengua de Gabriel atravesó el anillo muscular de su entrada.

No era cómodo, para nada romántico, pero, por algún retorcido motivo, a su cuerpo le encantaba. Las pulsaciones habían subido, dejándolo al borde del infarto. Gabriel estaba lejos de ser gentil, aunque ese toque firme y masculino era lo que había esperado para sentirse pleno durante mucho tiempo. Al margen de carecer de una cama de por medio, sino una mesa de un amplio comedor, en donde las copas tintineaban por el movimiento de ambos y el vino que quedaba en ellas se derramaba en la superficie dura.

Carlos nunca se consideró una persona con una libido alta. El ruso lo hacía cuestionarse toda su identidad, lo bueno y lo malo, lo perverso y sucio, que parecía tan correcto.

Sus gemidos eran rotos cuando la lengua llegaba cada vez más profundo.

«Lo deseo... Lo necesito».

Su hombría goteaba de necesidad. Las manos de Gabriel viajaron por debajo de la camisa y rasguñaron la piel, dejando surcos rojizos.

—Eres tan suave.

La voz de Gabriel se oía deseosa de Carlos y la sensación que lo embargaba fue increíble, un subidón de adrenalina que le mostraba que estaba en el lugar correcto, debajo de ese imbécil arrogante que follaba como el cielo. Podría perdonarle lo estúpido, lo homofóbico, pero lo que nunca le perdonaría era que lo dejara con un orgasmo a medio camino. No lo permitiría de ningún modo.

Los dedos juguetones de Gabriel recorrieron las caderas de ambos lados cuando la lengua dejó su interior. Delicadas y tonificadas, justo como al ruso le gustaban las piernas de sus amantes. La camisa blanca caía sobre su trasero, y Gaby creyó que no habría nada tan sexi como esto. Respiró sobre la nuca de Charly, sobre el cabello, que tenía un aroma a menta y vainilla que trastornaba sus sentidos y los intensificaban.

—Mierda, si no hubieras llegado, me habría vuelto loco.

Carlos se quedó en silencio. Estaba seguro de que esa confesión era propia de un Gabriel totalmente fuera de sí. A pesar de ello, lo hizo sentir hermoso, y alejó todo el palabrerío cruel de la primera vez que se enredaron.

Gabriel apoyó la espalda de Carlos sobre su torso musculoso. Charly dio un suspiro de gozo y llevó sus caderas también hacia él. Su entrada se rozó contra el pantalón del ruso, y este de inmediato tiró del elástico hacia abajo.

Mi secreto T.O Libro 2 (Gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora