CAPÍTULO 22

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Él se acercó a sus labios hasta rozarlos con los suyos. Cerró sus ojos, unió sus labios con los de ella y empezó a moverlos con lentitud. Ella no sabía como reaccionar ni qué hacer, pues nunca había besado a nadie.
Él se separó un poco de ella al ver que no lo estaba besando.

C:¿Todo está... bien? -susurró sobre sus labios y llevó una de sus manos a su mejilla-
__:Yo... -bajó la mirada- debo irme -trató de alejarse pero él la sostuvo en su lugar-
C:__, dime que te pasa, por favor -levantó su rostro y la miró con sus ojos cristalizados-
__:Es... solo que yo... yo no he besado a nadie y... no sé que hacer ni... ni que sentir ¿si? -él llevó su pulgar a sus labios y les dio una suave caricia-
C:Solo... -tomó sus manos y las puso en su pecho- déjate llevar, bombón -susurró y bajó sus manos a su cintura-

Se acercó a sus labios otra vez, la apegó a su cuerpo y la besó.
Él iba lento pero con un poco de desesperación.
Ella empezó a mover sus labios unos segundos después, ni si quiera sabía como moverlos o si lo estaba haciendo bien, solo estaba haciendo lo que él le dijo, dejarse llevar.
Las manos de él recorrían su cintura, su cadera y su espalda, las de ella subieron hasta su cuello y sus dedos se enredaron en el cabello de Christopher.
Ella había escuchado que el primer beso no siempre es mágico como lo muestran en las películas, pero este primer beso no estaba nada mal para ninguno de los dos.
Lo que le había dicho Christopher la había tranquilizado y el hecho de que la besó por varios minutos, la tranquilizó aún más.
Se separaron del beso pero sus cuerpos aún seguían juntos. Se miraron a los ojos por unos segundos. Ambos estaban con los labios húmedos y ligeramente rojos, sus respiraciones algo aceleradas y las pupilas de ambos estaban dilatadas.
Él se acercó con rapidez a su rostro y la besó de nuevo.
Esta vez, sus lenguas empezaron a jugar entre sí y el beso era algo más rápido que el anterior.
Después de algunos minutos, él dejó una pequeña mordida en el labio inferior de __ y se separaron del beso.
Al mirarse, él sonrió, lo que causó una sonrisa en ella.
Él se acercó a su rostro, giró un poco su cabeza y dejó un beso en su mejilla.
Ella quitó sus mano de su cuello y él quitó las suyas de su cintura, tomó su mano y entrelazó sus dedos.
Ambos caminaron hasta la puerta de la casa, él la abrió y salieron.

ÁMAME || CHRISTOPHER VÉLEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora