Nuestra Casa de Papel

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Abrí mi bolso guardando la ropa. En qué momento me había convertido en desordenada y había dejado ropa mía en todos los muebles?

- Solo pegame, criticame, peleame no sé has algo - hipeo

- Esta bien Tom, lo entiendo - alcé los hombros

- Pero no puedes ser tan comprensiva, estoy siendo una mierda contigo - se levantó del pequeño sillón acercándose a mí - con nosotros

Mordí mi labio. No quería llorar. Entendía todo, y si me estaba yendo era porque yo tomaba la decisión. Era difícil. Todo lo era, el estar en esta situación o el seguir como estábamos.

Me acerqué tomando su cara entre mis manos. Tenía los ojos rojos al igual que la punta de su nariz, como siempre que lloraba.

- No estás siendo una mierda - murmuré - de hecho, creo que jamás nadie pensó tanto en mí, no sabes cómo aprecio aquello -mi voz se quebró - y tienes razón, tal vez no es el momento correcto para nosotros, lo intentamos, lo más que pudimos - ladee la cabeza admitiendo. Extendió sus brazos y me pegó a él, apoyé mi cabeza en su hombro. Esto era un desastre. Sentía como mi corazón se rompía.

Todo lo que había querido es que esto funcionara. Era lo más perfecto y honesto que había tenido en mí vida. Siempre estaría agradecida de haberlo encontrado, de que el destino uniera nuestros caminos. Pero él ahora tenía un sueño, que llevaba mucho tiempo cumplir, y a veces tienes que dejar cosas para lograrlo. No lo juzgo, estaba tomando la desición correcta. Y estos simplemente éramos nosotros haciendo algo que nos obligan a hacer. Lo amaba, y nunca dejaría de hacerlo, y con suerte, él tampoco.

- No tienes que irte, esta es tu casa también amor -

- Tom por favor es tú casa, aparte, no estara mal volver con papá -

- No, claro que no, cómo irás a la universidad todos los días? Tendrás que levantarte horas antes, aparte yo no estaré aquí para incomodarte y...y este..este lugar lo has convertido en un hogar, tiene que quedarte -

Mi teléfono comenzó a sonar en la mesa de luz. Me disculpé para ir a leer quién era

- Hola Sam - atendí. Tom suspiró poniendo su cara entre sus manos.

Escuché a Sam atentamente. Me preguntaba si podía ir a una muestra/prueba que tenía en su escuela de cocina, mañana por la tarde.

- A que hora seria? - pregunté revisando mi agenda mentalmente - si genial, a las 4 me tienes allí, no, no es nada, bien nos vemos mañana, besos - cortamos.

Un ambiente incómodo se creó en la habitación. Mire el reloj, en tan solo 20 minutos Tom debía partir al aeropuerto para Berlín. Mire sus maletas al otro lado de la habitación, miré mi bolso medio hecho sobre la cama, y luego nuestra cómoda, diversos portaretratos con capturas de hermosos momentos descansaban en esta.

Nosotros en la playa de Bali el año pasado para su cumpleaños. Una selfie de ambos en el auto una de las mañanas cuando me llevaba a la universidad. Sonreí al ver la siguiente. Podía recordar ese momento exactamente. Fue de las primeras veces que fui a la casa Holland, Nikki nos había tomado una foto, y Paddy con sus catorce años recién cumplidos había querido salir en la foto.

Holland HouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora