Show Final

499 64 50
                                    




Ya no sentía mis piernas, las tenía dormidas de tanto estar en esta posición. Ojala el dolor en mi corazón también lo hiciera.

Sabía que nunca se iría, y estaba bien con eso, tampoco quería que se fuera. Había aprendido a vivir con él. Porque aquel dolor era el recuerdo también, el recuerdo de lo que cambió nuestras vidas, y la felicidad por todo lo que ha pasado desde entonces, por todo lo que logramos.

A veces uno dice, o lee, la expresión ̈ ya no hay lágrimas para llorar¨ pero la verdad es que hay dolores, o alegrías, que siempre las tendrán por más que pase el tiempo o lo vivas una y otra vez.

Mire el cielo por encima de mis pestañas.

Era un día soleado, como de los pocos aquí en Inglaterra.

Pensé en cuánto había cambiado lo que significaba que hubiera un día soleado, para mi, a través del tiempo. Cuando apenas llegué aquí, los días soleados me hacían recordar a casa, a las temperaturas de allí, al mar, a mamá. Eso fue hasta que conocí a Tom, entonces los días soleados, la verdad me daban un poco igual, en nuestra burbuja de amor todos los días eran igual de alegres.

Pase mi mano por aquella piedra inscrita.

Mae Holland

Probablemente el día soleado más feliz de mi vida. La primera vez que te ví, que te sostuve y que tus pequeñas manos tuvieron contacto con las mías. Me llenaste el alma de una manera que pensé un ser era incapaz de hacer. Tan pequeña... y nos tenías a todos como tontos.

Sonreí y sequé las lágrimas que iban llegando a la comisura de mi boca.

Perder algo apestaba, pero aún peor cuando perdías algo que no puedes reemplazar.

Tenía su sombra cubriéndome, como lo había hecho los últimos años. Posó su mano en mi hombro y me levanté lentamente. Colocó su brazo sobre mis hombros y besó mi sien.

- Esta bien amor, estoy aquí -

Asentí, feliz de tener su apoyo y amor. No sé qué sería de mi hoy sin él. Lo miro, y veo todo lo que hemos pasado juntos, todo lo que hemos logrado y creado, y estoy tan agradecida de que dios, el universo, el destino, lo que sea lo haya colocado en mi camino.

Llene mis pulmones de aire y solté una pequeña risa - tengo el pie dormido - Sonrió negando.

Giré viendo detrás de mi, y lo ví, allí estaba, con unos jeans negro y un sueter oscuro, su cabello sumamente peinado y con sus manos en los bolsillos. Mi corazón se estrujó un poquito cómo siempre que lo veía.

Le sonreí cuando me vio y le hice señas para que viniera.

-Yo...yo no quería interrumpir -

-Cómo lo harías? -

Ambos inclinaron sus cabezas en forma de saludo. Su mano bajo a mi espalda - Te esperare en el auto, toma el tiempo que quieras - volvió a besar mi frente y partió.

Ambos nos quedamos solos, mirando aquel pedazo de tierra. No era para nada incómodo, esa palabra sobraba entre nosotros. No hacía falta que dijéramos nada, lo sabíamos todo, este dolor era nuestro y siempre lo sería.

- Pensé que estabas en Escocia - hablé, mi voz quebrándose un poco al final. Me abracé a mi misma al sentir una pequeña brisa.

- Lo estaba, por eso tengo este estúpido peinado - rio secamente, ambos lo hicimos - pero no podía no venir - murmuró después de un rato -

Holland HouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora