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Si esto es lo primero que te sale, vuelve hacia atrás porque quizá te hayas perdido el capítulo anterior.

Llevo dos días en este hotel, algo que no me parece tan malo contando con el hecho de que Hache y yo dormimos juntos después de dos polvos increíbles. Tengo a alguien que me abraza por la noche, agua caliente y servicio de habitaciones, ¿qué más quiero aparte de poder hablar con mi padre?

Termino de ducharme y me visto con unos shorts y una camiseta de manga corta gracias a que ya tengo mi maleta. Me peino frente al espejo y veo que se me hace tarea difícil disimular la sonrisa cuando Hache entra en el baño.

Viste con camiseta negra y pantalones azul oscuro. Resulta que esta suite es solamente de Castelier y cada vez que están en la cuidad él y Hache se hospedan aquí, por eso ya había ropa en los armarios y Castelier no necesitó ir a recepción el día anterior.

Me entran ganas de arrancarle la camiseta.

Acaricia mi mejilla sonriendo y con la otra mano me entrega un teléfono móvil.

-¿Qué...?

-Tienes dos minutos para hablar con él -me interrumpe con suavidad-. Iván se impacientará si tardamos mucho en salir.

El pecho se me infla de alegría y salto de pura felicidad para abrazarle.

-Gracias -beso su mejilla.

Me regala una sonrisa que calienta todo mi ser y sale del baño cerrando la puerta para darme intimidad.

Marco el número que me sé de memoria y la impaciencia se apodera de mí.

-¿Diga?

Su voz es como mi canción favorita.

-Papá, soy yo.

-¡Jessica, cariño! -se le escucha aliviado y contento por escucharme-. ¿Dónde estás? ¿Estás bien? ¿Te han hecho...?

-Tranquilo, papá, estoy bien, muy bien -recuerdo a Hache-. Sé que estoy en Andalucía pero no en qué ciudad.

-Cariño, siento todo esto. Lo siento muchísimo. Ojalá no fueras tú quien esté ahí con esa gente -noto la quebradez de su voz-. Si hubiera podido ser yo...

-No te preocupes, papá, creo que si tú estuvieras aquí no sería lo mismo. Intento no enfadar a Castelier y gracias a eso no me va mal.

-Estoy reuniendo el dinero, no llevo mucho pero me esfuerzo. Te prometo que en cuanto lo tenga todo le pagaré y volveremos a estar juntos. Ya llevo casi dos mil...

-¿Dos mil? ¿De dónde estás sacando el dinero, papá? -me preocupo porque sé que mi padre no sería capaz de reunir tal cantidad en tan pocos días.

-Sólo preocúpate por ti, Jessica. Estoy reuniendo el dinero y eso es lo que importa.

Hache golpea la puerta para avisarme de que tengo que colgar.

-Te pediré explicaciones en cuanto volvamos a hablar porque ahora tengo que colgar.

-Te quiero, cariño.

-Y yo a ti, papá.

Abro la puerta mirando la pantalla apagada, notando una sensación de malestar en el estómago. Eso de que ya lleve casi dos mil no me da buena espina.

-¿Todo bien? -me pregunta Hache.

-Sí, creo... -le beso en la mejilla otra vez-. Gracias.

Le entrego el teléfono y salimos de la habitación para ver que Iván está sentado frente a la mesa con montones de platos de comida.

Riesgos TentadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora