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Hache

No puedo dejar de mirarla recordando el odio que había en su mirada hace un largo rato. Llevo en la misma postura casi una hora: sentado en la silla con la barbilla apoyada en los puños. Al principio estaba histérico por haberla tenido que dormir para que dejase de formar tal escándalo y me siento mal por haberlo hecho, pero era necesario o todo el mundo se despertaría. Ahora que las horas han pasado sólo espero a que despierte mientras las dudas se hacen cada vez más grandes en mi mente.

Sé que está equivocada acerca de los niños; seguramente cree que los tenemos secuestrados o algo así, pero eso está muy lejos de la realidad. Soy un asesino, trabajo a sangre fría siempre que se requiere, pero jamás le pondría un dedo encima a un niño, no soy esa clase de monstruo. Lo que me hará ir al infierno no tiene nada que ver con infantes.

Siento haber tenido que dar la orden de dormirla, pero cuando vi a Erre con el cloroformo supe que era la mejor idea. No podía dejar que montara un escándalo por pensar cosas que no son y que Iván lo supiera. Los únicos que sabemos que Jessica está aquí esposada a la cama somos Erre y yo y no quiero ni imaginar la furia de Iván cuando se entere de lo que ha pasado. Doy gracias a Dios por que no se haya despertado.

Resoplo y me dejo caer en el respaldo de la silla mientras me restriego la cara por la frustración.

No sé qué hacer a parte de explicarle a Jessica que lo ha malinterpretado todo cuando despierte. No quiero que vuelva a mirarme con ese odio ni que crea que debe tenerme miedo porque ella sería la última persona a la que le haría daño. Tampoco sé cómo decirle que me encantaría ser mucho más que quien la abraza cuando lo necesita. No sé si podré aguantar mucho más tener que soportar que duerma con Iván, sabiendo que la hace suya cuando le place. No me gusta la idea de tener que compartirla, pero está claro que ella siente algo por los dos aunque eso me enferme.

Cuando supe que Iván la hizo su Dama quise gritar hasta romper los cristales, golpear la pared hasta reventarme los nudillos porque la sola idea de saber que él una vez más es el ganador hace que mi sangre hierva. Pero tampoco le culpo... Él es un Castelier y yo moriré siendo Hache. Sin embargo, hay algo a lo que no dejo de darle vueltas y es que Jessica me gritó algo acerca de fingir ser su Dama. Soy consciente de que Iván tiene una mente retorcida y hace lo que sea con tal de salirse con la suya y, una vez más, no le culpo en absoluto. Sé por lo que él pasó hace tantos años y no me extraña nada su necesidad de ver arder a cualquiera que le hiera, aunque eso no quita que necesite saber por qué Jessica dijo eso de fingir ser su Dama; quizá se trate de algún pacto con él, quizá una amenaza... Cómo sea, lo sabré.

Me fijo en el movimiento que capto por el rabillo del ojo y veo que Jessica está moviendo la cabeza ligeramente hacia los lados, es entonces cuando decido levantarme con la esperanza de que despierte y aclarar toda esta mierda de una vez porque siento que me ahogo. No podré lidiar más conmigo mismo sabiendo que me odia por algo que ella misma ha malinterpretado, necesito que me escuche.

Me acerco a ella hasta quedar en el borde de la cama mientras veo que sus ojos se mueven bajo sus párpados. No me gusta haberla esposado a la pata de la cama, pero ha sido necesario porque sé que se despertará hecha una hidra y querrá escapar sin escucharme y no pienso permitirlo.

Pese a que me mantengo firme a su lado, observándola seriamente, en realidad me muero por tocarla, por sentir la suavidad de su piel. Nunca caí tan profundamente en las garras de una mujer y creo que Jessica no es consciente de los delirios mentales que me produce cada vez que se me acerca. No tiene ni idea de lo mucho que me gusta algo tan simple como mirarla y precisamente por ello me niego a dejar que vuelva a mirarme con tal asco, no permitiré que piense que he cometido la aberración que ella cree.

Riesgos TentadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora