Capítulo 12

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Irina

Llegamos a una taberna que incluye sitio para dormir, y qué bueno porque estoy súper cansada. Algunas veces hemos dormido a la intemperie, pero estar bajo un techo me parece mucho mejor.

Nos encontramos sentados en los bancos de la barra y Fared se toma whisky. Veo como un hombre se nos acerca, pero me mantengo callada. Tanto pedirme que hiciera silencio rindió sus frutos.

—Metamórfico —el hombre lo llama de repente por su raza.

Rompo el silencio.

—¿Cómo es que se dio cuenta?

Fared ignora al tipo y me responde a mí.

—Las venas en mi piel me delatan, olvidé moverlas de lugar.

—Hey, te estoy hablando —el hombre insiste.

Fared termina su whisky.

—¿Qué? —responde tosco.

—¿Puedes convertirte en mujer? —se burla.

El rubio sonríe de lado.

—¿No tienes una mejor provocación? Esa es la típica.

—¿Puedes o no? —insiste.

Qué pesado.

—Puedo hacer algo mejor —responde de forma relajada y me agarra un escalofrío.

—¡Fared, no! —grito cuando lo agarra del cuello y lo golpea contra la barra.

—¡Ah! —chilla.

El hombre se retuerce mientras Fared le aprieta con fuerza la nuca. Puedo notar que las manos de mi acompañante han vuelto a ser garras y las pupilas de sus ojos se le estiran, como si fuera un animal.

—Suéltalo, está sangrando —pido nerviosa—. Nos van a echar del lugar —agrego para convencerlo.

Lo empuja, entonces el hombre cae al suelo. Fared cierra los ojos con fuerza, cuando los abre sus pupilas y manos vuelven a la normalidad. Parece que se concentró.

Suspira.

—Hay que dormir, es tarde.

—Sí. —Asiento rápido y nerviosa.

Fared

Estoy acostado en la cama de la posada, mirando hacia el techo ¿Cómo será ser un metamórfico por completo? ¿Dolerá tanto? ¿Podría cambiar más que solo un rostro o mis manos? Muevo los dedos viendo mis garras, antes no podía hacer esto, cuando experimentaron conmigo empezaron a aparecer. Me dijeron que iban a buscar una forma para que no me doliera, era mentira. Es cruel mentirle a un niño, es hasta sádico.

Estoy triste.

Dejo de mover mi mano.

Una lágrima se desliza por mi mejilla y rápido me la limpio.

Mamá, ojalá te hubiera conocido más, habría entendido tantas cosas.

Recuerdo un cálido abrazo.

Recuerdo oírla llorar.

Recuerdo el odio por el rey Francis, mi verdadero padre.

Y mi padre...

El príncipe Adreth.

Mantuvo la boca cerrada, lo perdonó, incluso aunque usó a su mujer y les dio muerte a ambos, incluso así, no importaba qué, siempre apoyando al asqueroso rey, su hermano, mi verdadero padre.

Belleza del Cielo #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora