Capítulo 44

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Fared

Ya es de noche, la oscuridad es más espesa a estas horas. La boda de Irina se va a concretar en un rato, me voy a derrumbar en mil pedazos, pero es lo mejor.

Dejo de deambular en el jardín, cuando varios guardias me rodean.

Sonrío.

—¿No oyeron el decreto del Rey? Ya no soy esclavo, así que no me molesten.

—Puedes matarlos a todos, ¿cierto? —Oigo a Kael y me giro—. Hola, hermanito —me apoda como yo le digo siempre.

¿Y a este qué le pasa?

—¿Vienes a pedirme disculpas? —me burlo.

—Vengo por el collar de Rebecca —expresa directo.

Me carcajeo.

—¿Y de verdad crees que te lo daré?

—Un papel no hará que dejes de ser un ser inferior, aprende tu lugar —Chasquea los dedos y los hombres me atacan.

Golpeo a uno con mi espada, pateo a otro y le clavo las garras al que sigue. De repente Kael mueve la mano y como si la niebla tuviera vida, se mueve como un látigo, entonces me quita el arma y esta cae al piso. No me da tiempo a sorprenderme más, porque la neblina, como si fuera sólida me empuja al suelo y los guardias se lanzan a agarrarme.

—Definitivamente no eres Kael —opino mientras forcejeo con los hombres que me mantienen sujeto en el piso y él se acerca hasta mí—. ¿Eres... quien creo? —digo en un vilo de duda.

Sonríe.

—Mi nombre es Morket, el dios de las tinieblas. Estoy dentro del cuerpo de tu medio hermano. Le informé de esto a Zionitt, por eso los guardias me hacen caso.

—¿Por qué quieres el collar de Rebecca? —averiguo.

—Desierto, o como ustedes la llaman, Jaelyne, tenía guardados el artefacto, los collares de Irina y ella, solo me falta el de Rebecca, que casualmente lo tienes tú. Aunque supongo que si te hubiera tratado mejor, tampoco me los hubiera dado.

—Supones bien —me burlo.

—Bien —dice serio y acerca su mano a mi ropa, busca el collar y lo toma—. Tienes un tatuaje del culto —opina al mover la tela de mi yukata.

—¿Y? —Entrecierro los ojos.

—Levántenlo —ordena cuando se inclina a pararse y los hombres acatan su pedido—. Te voy a pedir un favor.

Me río.

—¿Es en serio?

—No, de hecho te voy a obligar.

Acerca su dedo índice al tatuaje que se asoma por debajo de la abertura de mi ropa y su uña se alarga volviéndose puntiaguda, la cual apenas me toca desgarra mi piel. Se esparse por todo mi torso, un dolor insoportable que se acumula en mí y tan solo no caigo porque los guardias me sostienen.

—El poder de Kael me muestra algo interesante —opina el dios mientras siento que me quemo—. Hay algo que no puedes controlar y te perturba, déjame tomarlo a mi favor.

—¿Qué... ¿Qué estás haciéndome? —Respiro con agitación y siento que escupo espuma blanca.

—Es tu lado bestial, lo acabo de activar, vas a cambiar en cualquier momento. Dejará de doler pronto, no te preocupes —dice tranquilo.

—¿Por... ¿Por qué?

Saca un cuchillo que tenía oculto en su ropa.

—Es que... necesito que mates a Irina. —Clava el arma blanca en mi abdomen y chillo de dolor, sangre salpica por el jardín, manchando el pasto—. Verás, debo cumplir promesas, aunque supongo que tú también, deberías aprovechar para confesarte, ¿no?

—No entiendo tus acciones —expreso confundido, caigo de rodillas cuando los hombres me sueltan, entonces sostengo la herida que sigue abierta, la sangre sigue manchando todo—. ¿Por qué el cuchillo?

Guarda el arma filosa de forma muy tranquila, como si no hubiera hecho nada.

—Es un ritual, se hacen para conseguir lo que queremos, en este caso elegir el tiempo de tu transformación. Soy un dios, pero estoy algo limitado, entiéndeme. —Me da dos palmadas en el hombro—. No te preocupes, te daré un buen lugar en el inframundo, necesitamos gente trabajadora como tú, así de podrida.

—Tú... —Gruño.

—Miren un animal —se burla—. Ahora perrito, fíjate en qué te he mentido.

—¿Eh? —exclamo con sorpresa.

Sonríe de manera maliciosa.

—Eso mismo. —Se gira para irse moviendo el collar entre sus dedos y los guardias lo acompañan.

Me levanto como puedo y doy pasos lentos por el camino. Avanzo tanto y tan aturdido, que al estar en el lugar me sorprendo. Me detengo en el pasillo, a muy pocos metros de la sala del altar, encontrándome confundido.

¿Cómo llegué aquí?

—¿Fared? —Oigo la voz de Irina y me tenso.

Me giro nervioso a verla, para rogar que me haya equivocado, pero lamentablemente es ella.

Está hermosa.

Y ese vestido blanco podría llenarse de rojo sangre si no hago algo pronto.

Belleza del Cielo #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora