Fared
Me separaron de Irina cuando los guardias del Reino de las Sombras nos atraparon. Nunca pensé que llegaríamos tan rápido hasta aquí, creí que iríamos al pueblo e intentaría entrar al castillo a escondidas. Sin embargo vieron a Irina usar su poder, o eso creo, espero que no, lo que me hace pensar que quieren algo de ella. No puedo evitar desconfiar. Estoy preocupado de que le hagan daño, pero en estos momentos es imposible irla a buscar.
Ditia pone las manos en mi torso y me empuja hacia la pared, mi espalda choca con esta.
—¿Todavía tienes tu tatuaje? —pregunta la pelirroja.
—Es enorme, ¿cómo podría desaparecer? —cuestiono con algo de burla.
—No me trates mal, que sino ya sabes lo que pasará —advierte mientras revolotea las pestañas—. Tú estás aquí, gracias a mí.
La giro de forma brusca y ahora ella es la que tiene la espalda contra la pared.
—Pero si a ti te encanta que te traten rudo. —digo acercándome a su boca—. Te daré todo lo que quieras si me haces un favor. —Paso mi mano por sus curvas y se estremece.
Se muerde el labio inferior.
—Hazme tuya, Fared.
—Primero el favor —insisto.
Sube su pierna a mi cintura.
—Te necesito, después veré si te cumplo favores o no, ahora atiéndeme en mis aposentos, están muy cerca.
—Necesito saber dónde está la chica que vino conmigo —pido ignorando sus súplicas de animal hormonal.
Frunce el ceño.
—¿Es tu mujer?
—No —digo cortante.
—¿Para qué quieres saber?
—Vino conmigo, es normal preguntar, ¿no? —Enarco una ceja.
Se ríe.
—¿Tú? ¿Preguntar por una persona? ¿Cuándo? ¿Será que tiene algo valioso? Porque sino no le veo lógica, ambos sabemos que estás aquí conmigo porque necesitas algo, ¿pero qué quieres de esa muchacha? No creo que tenga mucho valor.
Eso me hace pensar que no saben que Irina es la diosa del cielo, sin embargo no me puedo arriesgar a nada.
—Es una amiga de la infancia, es como mi hermana pequeña y si no sé dónde está, pensaré que le pasó algo malo. Por si no lo sabes, cuando nos separamos ella se desmayó, así que estoy inquieto —confieso.
Entrecierra los ojos, pero luego decide sonreír.
—Vale, te lo diré, pero antes tenemos que ir al cuarto.
Ruedo los ojos.
—Yo...
Posa un dedo en mi boca.
—Te daré un adelanto, ella está bien, te diré dónde se encuentra cuando me atiendas, ¿lo olvidas? Aquí estás a mi merced.
Detesto admitirlo, pero es verdad, si no le hago caso, me echarán del castillo o peor, terminaré muerto.
Hay muchos guardias aquí como para que yo me enfrente a todos y la verdad no planeo matarme solo por mi simple orgullo.
Además, no es como si no hubiera sido un esclavo antes.
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Belleza del Cielo #3
Fantasy"Una promesa, una última respuesta". Saga Bellezas. *Por Viviana Valeria V.