Irina
¡Qué miedo!
—¿Ya dejaste de matar gente? —pregunto mientras sigo con mis manos tapando mi cara.
Se ríe.
—No los asesiné, aunque me hubiera encantado. Baja esas manos —exije—, ya se fueron.
Desciendo mis dedos despacio.
—¿Por qué hiciste eso? Es un peligro.
—Si vas a seguir persiguiéndome, acostúmbrate. Soy una persona desequilibrada, lastimo gente, no hay nada bueno en mí, así que aguántate o vuelve con tus amiguitos. Yo me encargaré de la investigación de la maldición de las diosas, tú regresa.
—¡No! —Levanto los puños y doy un paso adelante, entonces me detengo—. Ay —me quejo.
—¿Qué sucede?
Miro mi pie.
—Creo que me lastimé el tobillo cuando ese chico me golpeó.
—Con más razón deberías volver —insiste.
Lo observo de nuevo.
—¡No! —grito otra vez—. Voy a ayudar a mis amigos, no voy a rendirme ahora por un simple tobillo roto.
Avanzo adolorida y me sigue con la vista, mira lo despacio que camino. Me dirijo a donde quedó mi lanza y la cuelgo a mi espalda para seguir.
—No vas a rendirte, ¿eh?
—¡No! —repito. Camina hasta delante de mí y me quejo—. ¡No vas a detenerme! —le aclaro.
Se gira y se agacha, dándome la espalda.
—Sube —me dice.
—¿Qué? —Me sonrojo.
—¡No te hagas ideas tontas! —grita indignado—. Si te abandono aquí estaría faltando a mi promesa, sube de una maldita vez, cielos.
Mi corazón corre a mil por los nervios.
—No... no voy a hacerlo, eso está mal, es incorrecto.
—Deja de quejarte, solo es mi espalda.
—No, voy a estar demasiado cerca tuyo, no me gusta.
Se levanta y se gira enfadado.
—Hemos pasado demasiado tiempo juntos, es más de lo que puedo soportar, así que deja de compórtate como una niña y madura.
—Es inapropiado —le vuelvo a aclarar.
—Las costumbres del Reino del Cielo te lavaron el cerebro, es estúpido lo que estás planteando.
—Respétame, compórtate como un caballero ¿No fuiste un general acaso? Piensa un poco.
Se ríe sin humor.
—Me importa una mierda ser un caballero, pero para tu información estaba intentando ser amable. Aunque no lo soy, lo intenté, ahora quédate con tus modales fofos, estúpida.
—¡Es cuestión de respeto!
—Tus tradiciones son estúpidas, es solo mi espalda, ¿pero sabes qué? Hagámoslo de otra manera, porque la verdad estamos perdiendo el tiempo.
—¿Qué quieres decir? —Lo miro raro—. ¡Ay! —chillo cuando siento una de sus manos en mis piernas y la otra en mi espalda cuando me alza—. ¡Pervertido, esto es más vergonzoso! —Me cubro la cara cuando me lleva como princesa.
No me responde y sigue caminando, bajo mis dedos despacio, entonces noto que evita mirarme.
—¿Me bajas? —le pido nerviosa pero tampoco me contesta—. ¡Fared! —insisto sintiendo mis mejillas arder—. ¡Por favor, estoy muy avergonzada!
—Sí, es vergonzoso —al fin me responde.
—¡Ay! —chillo otra vez cuando me sube, apoyando mi estómago en su hombro—. ¡Esto es peor!
Sigue caminando.
—¡Fared! —insisto y pataleo cuando no me vuelve a contestar.
De nuevo se detiene y termina bajándome, así que tengo su cara a centímetros de la mía.
Me quedo congelada.
Sus mejillas están rojas.
—Un tomate —acoto y luego reacciono por su actitud, entonces pongo mis manos en mi trasero—. ¡Me lo miraste, pervertido!
—Fue mala idea —expresa serio—. Sigo opinando que es mejor llevarte en mi espalda, pero como veo que no vas a desistir, está bien, tú ganas, iremos a una posada hasta que se te cure el maldito pie.
—¡Sí! —expreso emocionada y lo abrazo, luego me alejo—. Perdón, fue el entusiasmo, pero no significa que quería, eso es inapropiado —aclaro nerviosa intentando parecer seria.
Sonríe.
—Niña escandalosa.
Frunzo el ceño.
—Ay, deja ese apodo.
—No. —Continúa sonriente.
Maldita sea.
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Belleza del Cielo #3
Fantasia"Una promesa, una última respuesta". Saga Bellezas. *Por Viviana Valeria V.