Fared
Paramos en otra posada antes de seguir camino, el sendero al túnel está muy cerca y ya es de noche otra vez, así que hay que descansar.
No he dejado de pensar en Irina, no puedo evitarla, estamos en un viaje juntos, la bebida es mi única ayuda y está muy mal admitirlo.
Creo que me he puesto ebrio.
Irina
Me pongo mi kimono, acomodo mi pelo suelto y salgo de mis aposentos para ir al baño. Una vez termino, voy a la recepción y visualizo a Fared bebiendo sentado en unos bancos de la barra, entonces me le acerco.
—No deberías —le aclaro.
—No me digas qué hacer, niña escandalosa. —Toma de su enorme vaso y lo apoya de nuevo en la tabla.
—Pero... era un consejo, mañana te vas a despertar con jaqueca y no podrás caminar bien.
Se gira abruptamente y me observa, así que me estremezco, retrocedo cuando se levanta, avanza en dirección hacia mí. Doy tantos pasos hacia atrás que termino chocando mi espalda con la pared, así que él se ríe.
—Ya no puedes escapar —se burla y apoya ambas manos a los lados de mi cabeza.
Frunzo el ceño.
—No estoy escapando, solo me asustaste.
—¿Viste? Me tienes miedo. —Oigo como la madera al costado de mi cabeza se resquebraja, los dedos de esa mano se han vuelto agarras y se mantienen allí—. Mierda —se queja entonces las regresa a la normalidad.
—Parece que tienen vida propia. —Me río pero cuando me mira enfadado me tapo los labios—. Perdón, pero es que... no puedes verlo todo malo. —Mantengo mis manos en mi barbilla cuando las desciendo un poco.
—Tú le ves todo lo bueno a cualquier cosa. —Siento sus dedos en mi cintura y percibo ese cosquilleo otra vez—. Es porque eres un angelito, despierta, hay cosas que no pueden verse de esa manera nunca. —Apoya su frente en la mí y me estremezco teniendo su proximidad.
—Fared, me estás incomodando, estás siendo inapropiado, además te encuentras borracho, hueles a alcohol.
Se ríe.
—Sí, lo sé. —Baja su cabeza poniéndola en mi hombro, intento empujarlo cuando poso mis manos en su torso—. Hueles rico —opina.
Mi piel se eriza en el momento que siento sus labios en mi cuello, están húmedos. Error, es su lengua. Cierro los ojos. Está mordisqueando allí, cada centímetro, hasta llegar a mi clavícula. La tela de mi kimono ha bajado, qué vergüenza.
—Fared... —gimo confundida—. No hagas eso.
Abro los ojos despacio, puedo sentir su cuerpo presionarse contra el mío.
—¿Por qué?
—Porque no es correcto. —Siento mis mejillas arder, están calientes.
—¿Desde cuándo soy correcto?
—Tú no, pero yo sí. —Logro empujarlo, así que me acomodo rápido la ropa y lo miro enojada—. ¿Qué te pasa? ¿Estás loco? No deshonres mi cuerpo. No tengo padres ni dote, pero eso no significa que puedas tomarlo, no soy una esclava. Que te quede muy claro que me has ofendido. —Me voy corriendo muy rápido a mis aposentos.
Al llegar allí, agarro de manera veloz un espejo de mano y observo mi piel con este.
Mierda, me dejó marca, qué deshonra.
Fared
Abro los ojos en la mañana, tengo un dolor de cabeza terrible, pero eso no evita que reaccione de forma veloz, recordando la noche de ayer y levantándome rápido de la cama. Toco mis labios ¿Qué hice? Soy un imbécil.
Puedo recordar la suavidad de su piel, el gemido que le provoqué y sus mejillas sonrojadas.
Mierda, de solo pensarlo me excito. No puedo creer que haya hecho eso. Fui traicionado por el alcohol, que pensaba que me ayudaría.
Salgo del cuarto y para mi sorpresa, ella sale del suyo al mismo tiempo. Nos quedamos mirándonos y sus mejillas se sonrojan. Es demasiado linda, aunque la prefiero con kimono, es más adorable y angelical así, pero está con su traje de guerrera ahora.
Mentira, no es que sea mejor, solo es más fácil quitarle el kimono, así que de las dos formas sigue siendo bonita, lo otro es solo por morbo.
Necesito concentrarme, pero el recuerdo de mi cuerpo pegado al suyo me enloquece.
—Sobre anoche... —Hago una pausa—. Yo...
—Está bien —me interrumpe—. Estabas borracho, lo entiendo, pero deberías controlarte, podrías atacar a cualquiera y luego te arrepentirías. —Toca su trenza seguidas veces mientras continúa nerviosa—. Tienes que pensar antes de ir a acariciar a una señorita, si eres un caballero, deberías saberlo.
Me pongo serio y aclaro mi garganta antes de hablar.
—Lo siento. Sí, lo sé, fue un error, no volverá a ocurrir, no beberé ni un sorbo más de alcohol en todo este viaje. Jamás pretendía deshonrarte, seré un monstruo, pero comprendo mi posición, no debí haber hecho eso. Mi más sinceras disculpas otra vez.
Sonríe.
—Disculpas aceptadas. —Asiente—. ¿Nos vamos?
—Sí...
La veo irse en dirección a la salida y me quedo observándola sin moverme. Esto se me está saliendo de control. Ya no tengo soluciones. Hasta quisiera arrepentirme de lo que hice, pero no puedo. Me relamo los labios. Contrólate, esos pensamientos impuros no deberían existir.
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Belleza del Cielo #3
Fantasy"Una promesa, una última respuesta". Saga Bellezas. *Por Viviana Valeria V.