Capítulo 41

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Jaelyne

Una fiesta antes de la boda que se celebrará dentro de poco. No soy quién para juzgar, pero Irina no está pensando las cosas y no lo digo por Fared, mi punto es más por sus sentimientos, no te casas con alguien si no estás enamorada de él.

Paso cerca de los músicos, esquivo a la gente bailando y me acerco a la mesa de las bebidas, en donde obvio que Wash se adueñó de una silla, para estar ebrio.

—¿En serio vas a permitir esto? —le recrimino—. Creí que te gustaba Irina, estás loco por ella ¡Yo lo sé!

—Ya empezaste otra vez. —Toma un poco de su enorme vaso de cerveza y se nota su tono de borracho—. Irina se puede ir a la mierda con el principito, subirse a un pony y largarse a su mundo de hadas.

—¿En serio, Wash? ¿En serio? —repito.

Se levanta bruscamente de su silla, dejando su vaso, y me mira fijo, lleno de odio.

—Tú más que nadie sabes cómo soy como pareja, ¿por qué mierda insistes también?

—Bueno, sí, pero... al menos aclarale que no debería casarse. No te puedes casar sin amor, es injusto, tanto para ella como para el príncipe.

—Es mejor así. —Traga saliva.

Creí que sus ojos estaban enrojecidos por su ebriedad, sin embargo es porque están humedecidos.

No se encuentra tan borracho como pensé.

—¿Por qué no estás ebrio? —consulto—. ¿Intentas parecerlo? ¿Ocultas al Wash sensible? —me burlo y rueda los ojos.

—¿Qué quieres, Jacky? No me molestes.

—¡Pero sí ya te lo dije! —me quejo.

—No voy a hablar con Irina, que se dé cuenta de sus estupideces sola.

—¡Tú la metiste en esa estupidez! —Lo señalo y luego alzo las manos—. ¡Se va a arrepentir y va a ser demasiado tarde!

—Yo le cumplí su maldito sueño, así que... —Decide cambiar la frase luego de un momento—. Ella quería un marido, fin.

—Pudiste haber sido tú, ¿no? —digo calmada y me sobresalto cuando me agarra del cuello con fuerza, entonces forcejeo, tomando su brazo con ambas manos para quitármelo—. ¡Suéltame!

Se acerca a mi rostro.

—¿Cuántas veces te he golpeado, Jacky? —pregunta como si nada.

—Sí, eres un desgraciado, pero a Irina no le has hecho nada —le recuerdo mientras presiono los dientes intentando respirar—. ¿Acaso miento?

—No es necesario usar la violencia física para lastimar a otros. —Sonríe con malicia mientras sigue apretando mi cuello—. ¿En verdad crees que puedo tener tacto siempre? Soy una persona desequilibrada y lo sabes. —Apoya su frente en la mía—. ¿Piensas que no la he hecho llorar? Lloriqueó más de una vez, sin contar las ocasiones en que la incomodé y la hice enfadar a propósito. No puedo cumplir una promesa durante tanto tiempo, Jacky.

Me cuesta respirar.

—Wash...

De repente visualizo la mano de Kael, la cual lo hace soltarme. Mi ex se aleja mirando que le ha dejado marca en la muñeca.

—¿Desde cuándo eres tan fuerte? —expresa sorprendido el rubio.

—¿Por qué no le haces un favor al mundo y te mueres? —exclama Kael sin tacto—. Las personas como tú no deberían existir.

Wash lo observa por un momento sorprendido y luego sonríe.

—Hasta que al fin sacas tus garras, hermanito. Bien, no es como si hubiera querido algo de ti de todos modos —dice dolido y veo como se retira.

—¡Kael! —grito indignada—. Creí que querías arreglar tu relación con Wash ¡¿Qué te pasa?!

—Ah, ¿sí? El que piense eso debe ser muy noble, para andar tratando con alimañas como esas —opina.

—¿Qué es esa forma de hablar? —Lo miro extrañada—. O sea, tú no eres así, normalmente soy yo la indignada, pero ni tanto en este asunto.

—No peleemos más. —Me agarra la barbilla y me da un leve beso.

Es como si me robara el aliento en un solo roce.

—No, claro, no quiero pelear contigo —le aclaro—. Es solo que... tus actitudes me confunden.

Sonríe.

—No te preocupes, admito que yo también estoy confundido.

Me río.

—Qué bobo.

Me agarra de la cintura.

—Vamos a un pasillo solicitario y hagámonos mimos. —Me acerca a su cuerpo y me susurra al oído.

—Ya te dije que no podemos —digo a lo bajo, aunque algo acalorada—. No hay médicos como los de mi mundo en Aeistian, así que no me quiero arriesgar a nada.

—Solo serán unos besitos. —Posa sus labios en mi cuello, así que hago una risita.

—Eres un intenso, está bien, vamos.

Toma mi mano y me guía hasta el pasillo menos concurrido. Hace mucho calor cuando empezamos a besarnos, me sube sobre una mesita que tiene un adorno en la pared y toca mis músculos. Estoy ardiendo mientras continúa besando mi cuello.

—Oh, Kael —digo extasiada.

—Eres tan hermosa, mi desierto.

¿Qué apodo nuevo es ese?

¿Desde cuándo Kael pone motes?

—Ya... hay que detenernos —le aclaro acalorada—. No quiero pasarme de la raya.

—Está bien, no te preocupes. —Me besa de forma intensa y otra vez siento que me quita la respiración.

Rodeo mis piernas en su cintura y lo abrazo.

—Kael... te amo.

—Y yo a ti. —Me muerde un poco el labio y sin alejar su rostro me observa fijo—. Te extrañé.

Me río.

—Tu abstinencia no te está haciendo bien, pero vas a tener que esperar.

—Te he esperado durante mucho tiempo, puedo esperar más.

—¿Has estado intentando mejorar tus declaraciones de amor o qué? —me burlo—. Esa es nueva y rara.

Me vuelve a besar y no me responde, siento que me va a comer con tan solo un beso.

Es demasiado intenso, más de lo normal.

Nos acomodamos la ropa y me ayuda a bajar de la mesita como todo un caballero.

—Iré a ver a Rebecca ahora —me avisa.

—¿Qué pasa con ella? —pregunto confundida.

Eso me recuerda que Askar quería hablar conmigo, pero todavía no ha podido, está muy ocupado con papeleos que le ha dado el rey.

Kael toca mi barbilla y me da un leve beso.

—Tranquila, no es nada —me contesta—. Necesito saber algunas cosas. —Me da otro beso, un poco más largo—. En la noche sigamos con los mimos.

Sonrío.

—Vale, meloso.

Belleza del Cielo #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora