Capítulo 46

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Irina

Niebla entra por los ventanales y como si una fuerza invisible nos llevara, Jaelyne y yo somos disparadas en direcciones diferentes.

—¡¡No!! —chillo asustada y preocupada porque Fared sigue en el suelo desmayado, ya no podré auxiliarlo.

Mi espalda choca con un torso y quedo suspendida en aire cuando me doy cuenta que me sostienen en brazos.

—¡Kael! —grito al darme cuenta.

—Te dije que te daría mi sorpresa, aunque fue un poco antes que la boda, es que no distingo el tiempo de aquí.

—No entiendo pero...  —cuestiono nerviosa—. Mm, Kael ¿Podrías bajarme?

—Claro. —Se inclina y mis pies tocan el suelo, igual está muy cerca todavía, hasta sostiene mi cintura—. ¿Quieres saber mi sorpresa?

Enarco una ceja.

—¿Crees que sea momento? —digo viendo la situación del castillo, en la que desaparecieron todos y hay una niebla que se lleva a la gente.

Aunque quizás no se dio cuenta.

—Es el momento perfecto. —Sonríe con malicia, así que me asusto.

Por suerte logro soltarme de su agarre y retroceder.

—¿Estás bien? —cuestiono más nerviosa—. ¡Oh, cielos! —chillo cuando su rostro comienza a cambiar.

Sus ojos azules se vuelven rojos, su cabello largo y lacio se convierte en más alborotado, entonces su estatura aumenta aunque ya era alto. Reconozco esas uñas puntiagudas y cuando sus facciones terminan de transformarse hago un jadeo.

—¡Tú! —Me sobresalto, quedándome con la boca abierta.

Es el hombre de la ilusión que tuve cuando me atacaron en la guarida.

—Sorpresa. —Se ríe.

—¿Cómo es que...

—Primero me robé el cuerpo de este oráculo y hace un momento tomé un poco de la habilidad de ese híbrido. Los hermanitos me sirvieron bastante bien, gracias por traerlos hasta aquí, Cielo.

—Tú me mandaste a herir para cruzar el portal. —Pienso sobre Fared—. Tú lo lastimaste.

—Sí, todo muy triste, ¿no? Es trágico.

—¿Por qué? —expreso atemorizada.

—A mí no me culpes, Cielo, solo cumplo lo que me pediste —dice dolido, aunque no estoy segura de su gesto.

—¿Qué te pedí? —cuestiono pensando en mi vida pasada.

Sonríe con malicia.

—Que piense en ti. Como siempre estoy en medio de los problemas entre Desierto y Océano, me rogaste atención, así que cumplí tu deseo. —Camina hasta mí y me toma rápido de la cintura, acercándome a su cuerpo—. Yo siempre cumplo mis promesas, Cielo. —Me besa un momento y siento su respiración cuando se aleja a muy poca distancia de mi boca—. Me disculpo, esto te va sofocar un poco. —Vuelve a unir sus labios con los míos y forcejeo.

Siento como si me robara la energía y de un segundo al otro todo se vuelve borroso, hasta que no puedo sentir nada más.

Pierdo el conocimiento.

Belleza del Cielo #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora