Capítulo 28

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Fared

¿Qué mierda hace este demonio aquí?

—¿Dónde está el sacerdote? —Miro para todos lados en la sala.

Sonríe con malicia.

—Ya te dije, él no está disponible.

—¿Y tú sí? —Enarco una ceja.

—Nunca descubrirás como quitarles a las diosas la maldición.

—¿Por qué? —indago manteniendo la compostura.

—Porque él no quiere que lo hagas.

Frunzo el ceño.

—¿Quién?

—Mi amo.

—Así que eres un simple subordinado —me burlo, entonces me río—. ¿Quién es ese tal amo que tú tienes?

—Un dios, no lo entenderías. —Sonríe—. Él quiere de regreso a sus mujeres y nadie podrá evitarlo.

—¿Sus mujeres? —digo con asco—. ¡Ja! Qué estupidez.

—Sabes que Irina es la puerta, ¿cierto? Imagina qué pasaría si el culto se entera de que la mismísima diosa del cielo está aquí.

—No te atreverías.

—De hecho ya lo hice —Mira a Ditia—. ¿Ella guardaría el secreto?

Mierda, la olvidé por completo.

La pelirroja sonríe.

—Esto se está volviendo divertido —se burla Ditia.

—Te haces el tonto —me aclara Logan, volviendo a observarme—. Pero sabes más de lo que dices, así que una advertencia, no te metas en donde no te llaman.

—Lo repetiré por última vez —digo molesto—. ¿Dónde está el sacerdote?

Se oye el sonido de las puertas y los guardias entrando a la sala. Este plan hubiera resultado si no me hubiera cruzado con Logan. Era arriesgarme o seguir en la nada. Me atendre a las consecuencias.

Corro a las estanterías con vidrios, rompo uno y robo una espada, ya que la mía me la quitaron cuando llegue aquí, así que no me queda otra que pelear con esta.

Los guardias se abalanzan sobre mí y luchamos. Veo a Ditia que aprovechó para correr hacia su hermano, le susurra algo al oído y es definitivo que es mala señal.

Empujo a los hombres que me atacan y logro esquivarlos para huir lejos por los pasillos. Fuera de la guarida encuentro a Irina y tomo su mano, la hago correr conmigo.

—¡Vamos por tu dragón, hay que largarnos, ya saben quién eres!

—¡¿Eso es malo?! —cuestiona nerviosa mientras me sigue.

—Muy malo.

Llegamos al patio y nos agachamos cuando tiran varias flechas.

—¡Doru! —lo llama Irina y acto seguido le ordena—. ¡Fuego!

El dragón se mueve y lanza sus llamas. En el proceso nos acercamos hasta él, entonces lo desengancho de sus cadenas. Un guardia logra acercarse hasta mí, entonces me lastima con su espada. Caigo al suelo, dándome un mal golpe.

—¡Fared! —chilla Irina preocupada.

Otro guardia salta entre las llamas y logra agarrarla, pone un cuchillo en su cuello. El dragón se queda quieto, entendiendo que no puede atacarlo o lastimará a Irina.

—¡Llévatelo! —ella le pide mientras sigo tirado en el suelo desangrándome—. ¡Sálvalo! —Llora mientras la alejan de nosotros.

Luego no escucho más nada, siento gritos de guardias, mi cuerpo siendo levantado, luego mucho viento. Creo que... estamos volando. Doru está volando. Pierdo la conciencia muchas veces, creo que son horas, pero es más tiempo. Cuando recupero el conocimiento, me doy cuenta que estamos en el desierto, los hombres de Andur nos vieron, así que nos siguieron también, pero yo solo pienso en una cosa.

Irina.

Me levanto, corro hasta la cueva, entro corriendo, aún débil y llego al edificio más concurrido.

Es la iglesia, golpeo varias veces las puertas, hasta que por fin abro.

Pido ayuda y caigo al suelo.

—Irina... —susurro casi desvariando—. Irina está en peligro.

Belleza del Cielo #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora