Fared
Avanzamos por el sendero, hay algunas zonas más herbarias pero seguimos en el desierto y un pueblo más aislado, sin tantas casas tan unidas. Irina camina delante de mí, observando encantada el camino. Al parecer nunca ha estado en un lugar como este.
Miro su larga trenza castaña.
—¿Cómo...
Se detiene y me mira, entonces hago lo mismo.
—¿Sí?
—Nada. —Observo a un costado.
—¡Pues ya hablaste, ahora no me dejes con la intriga! —se queja.
—Preguntaba por tu cabello.
—¡Ah! —exclama al entender—. Esmetriah me dio una pócima, es que el rubio llama mucho la atención y no quería que nadie descubriera que soy una Belleza —refiriéndose a su raza.
—Y... ¿Te dolió?
—Un poco, tuve fiebre una noche entera. —Se ríe.
Frunzo el ceño.
—No era más fácil pintarte el cabello.
—Ella aclaró que tenía que ser real —exclama sin importancia.
—Maldita perra —farfullo indignado sobre esa mujer.
—Lo dijiste muy bajo, pero me parece que fue un insulto, sé que Esmetriah es mala, pero me cuidó, me dio techo y comida, no hables así de ella.
Me carcajeo más indignado.
—Qué estupidez, te compró, te tuvo como a un perro enjaulado y tú la defiendes, sí que eres tonta.
Frunce el ceño.
—Mejor que estar con los Bárbaros —opina y mi sonrisa de borra.
Se forma un silencio.
—No dices nada porque tengo razón —agrega.
—Ya olvídalo. —Bufo.
—No, me debes una. —Sonríe—. Ahora es tu turno. Cuéntame ¿Cómo es que cambias de cara? Cuando éramos pequeños no hacías eso, ¿o sí? —pregunta nerviosa.
—Sí lo hacía —digo cortante.
—¿Cómo es que nunca lo vi? —expresa sorprendida.
—Era un niño, me daba vergüenza, así que no lo hacía. Sin contar que cuando cambio me duele y antes no era tan... —Me callo.
—¿Arriesgado?
—Sí, supongo.
—¿Y qué te pasó? —indaga curiosa—. ¿Por qué ahora no te importa?
—Nada, solo empeoró. —Frunzo el ceño—. Deja las preguntas, tienes suerte de que te haya respondido una.
—¿Qué empeoró? —insiste ignorando mi queja.
Comienzo a caminar y me sigue.
—El maltrato, la tortura, la discriminación —al final le respondo—. No estuve siempre en un mismo lugar como tú, siempre me he movido, siempre he intentado alejarme de las personas.
—Pero no creo que todos te traten mal, ¿o sí?
—Sí, claro —digo con sarcasmo—. Cuando saben lo que eres te miran con desprecio, hasta a las personas de ese culto les doy asco, solo me aceptaron porque les servía.
—Fuiste Rey, pudiste haber cambiado muchas cosas, también oí que te convertiste en general, esos imponen respeto.
—No importa todos los títulos que tenga, para ellos solo seré un monstruo. Me convertí en general para viajar y no ver sus malditas caras de desprecio. Ninguno de mis soldados me ha respetado nunca, hasta el que intentó matarme en mis aposentos estaba feliz porque Andur le haya ordenado eso. Nadie me quería ahí, ni antes, ni ahora, ni nunca. Estoy feliz de haberme largado de ese reino. Diría que mi gente me entiende, pero también soy mitad humano, así que no hay lugar para mí, allí tampoco.
—Yo creo que estás generalizando —opina.
Me río.
—Mira quién habla.
—Yo no juzgo a la gente. —Alza una ceja.
—No, pero eres muy confiada, como cuando esos tipos te atacaron, no supiste sus segundas intenciones hasta que te lo dejaron en claro.
—Si me vas a reprochar porque me defendiste, te aclaro que no hice nada solo porque no quería que Doru lastimara a nadie.
—Tu dragón es un problema.
—Deja de quejarte, nos está cuidando. —Señala el cielo—. Encima se puso en una distancia prudente para no ser visto, y tú lo juzgas también.
Bufo.
—Ya cállate, Irina, esta conversación ya se extendió demasiado, no debí ni haberte preguntado sobre tu cabello y hubieras permanecido callada.
—Pero preguntaste —expresa animada.
Presiono los dientes.
—Irina...
Mejor me callo.
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Belleza del Cielo #3
Fantasía"Una promesa, una última respuesta". Saga Bellezas. *Por Viviana Valeria V.