Capítulo 35

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Irina

Oigo un ruido de ramas siendo pisadas y abro los ojos. Dejo de estar acostada en el suelo, entonces salgo de la vieja y destruida cabaña, para encontrarme con que Fared se está alejando. Corro a detenerlo, así que lo alcanzo, lo toco, entonces se frena y se gira a mirarme.

—¿Te ibas sin mí? —Frunzo el ceño.

—Hay que averiguar sobre la maldición, tú quédate y yo volveré en unas horas.

—No —digo determinada—. Yo quiero ir.

—¿Es que acaso te olvidaste de todo lo que pasó ahí?

Me estremezco.

—No, pero...

—Estás más segura aquí, Irina —Intenta irse, pero lo detengo de nuevo, con ambas manos tomo la suya—. Irina...

—¡No puedes ir solo!

—Siempre he estado solo, no es un problema.

Mis ojos se humedecen.

—¡Me preocupo por ti! —insisto ignorando su horrible explicación.

—Eso no tiene sentido.

—Claro que sí, yo...

—Irina —me interrumpe de nuevo—. Soy un monstruo, no empatices conmigo solo porque te salvé.

—No es por eso —expreso nerviosa, tanto que me sonrojo, mis mejillas están hirviendo—. Es que yo... yo... —Mis labios tiemblan—. A mí me gustas, Fared —confieso.

Sus ojos se abren en grande y se queda callado un rato largo observándome congelado. Momentos después reacciona, entonces suelta su mano de las mías y retrocede.

—Es... estás confundida —me aclara intentando que lo que confesé sea mentira, se nota que no me quiere creer—. No sabes lo que dices.

—¡Claro que sí! —chillo avergonzada y con la garganta adolorida—. Lo sé porque no puedo ignorar por tanto tiempo las emociones que me invaden. —Mis mejillas siguen ardiendo por el calor—. Yo me enamoré de ti, Fared —intensifico mi declaración.

—Cállate, cállate, cállate —repite nervioso—. ¡Eso está mal, muy mal! —me grita y me sobresalto, pero no me detengo.

—¡¿Por qué?! —Alzo la voz también y me refriego los ojos para que no se me escapen algunas lágrimas—. Tú... tú me dijiste que te cansarías conmigo —le recuerdo.

Se ríe sin humor.

—Si no encontrabas marido, es una deuda, deja de delirar, Irina.

—¡Pero tú te preocupas por mí! —insisto—. No soy boba. —Presiono los dientes.

—Te hiciste una imagen equivocada de mí, Irina. —Enarca una ceja—. Si es por lo del beso, te recuerdo que también me propase contigo, juego con las mujeres, es normal.

Trago saliva y mis labios tiemblan.

—Fared...

—Olvídalo. —Se gira—. Quédate aquí, tengo cosas que hacer.

—¡No! —insisto otra vez.

Se da la vuelta a mirarme y veo como presiona sus dientes cuando nuestros ojos de encuentran.

—Es peligroso.

Frunzo el ceño.

—Pues entonces yo seré más peligrosa que ellos.

—Irina... —Rueda los ojos—. Tú no...

—No aceptas mis sentimientos ¡Bien! Pues yo no acepto quedarme. —Alzo la vista al cielo estando determinada, todo comienza a nublarse y mi cabello a cambiar a rubio, muevo mi vista hacia Fared—. Si estoy lejos del cielo, haré que venga a mí. Soy una guerrera, ya no van a detenerme.

Belleza del Cielo #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora