¿Sería posible una historia de amor entre un comisario frío y un chico tras una máscara? (Esta historia puede contener escenas sexuales, si no te gusta el amor entre hombres, no te recomiendo que la leas ❤️)
Estos se dispusieron a debatir entre ellos usando tecnicismos complicados mientras Volkov y el super una vez más se quedaron en la sala de espera.
Desde que Horacio había entrado en el hospital ellos le habían visto dos o tres veces rápidas ya que siempre ocurría un inconveniente médico.
Ya era hora de cambiarse de ropa y comer algo o dormir una o dos horas, llevaban un día y poco en el hospital.
Llevaban tanto tiempo allí que las sillas de la sala de espera se hicieron incómodas, Volkov estaba sentado en el suelo junto a Conway.
-No he podido estar con el más de 5 minutos...- dijo en ruso cansado, más bien, agotado.
Conway también estaba agotado, por eso no sabía que responder, entendía la rabia que Volkov sentía pero no sabía ninguna manera de poder ayudarlo, por eso solo suspiró.
-No sé cuánto llevábamos en esta mierda de hospital... Solo pido verle más de 20 minutos...- Volkov apoyó la cabeza en sus manos.
-Volkov... Podremos verle... Tu tranquilo- dijo con cansancio Conway.
Hubo un silencio largo, bastante largo. La verdad ninguno de los dos tenía ganas de hablar.
-¿dónde está Michelle?-preguntó el ruso.
-no tengo ni idea- repondió el super.
No habían visto a Evans desde hace un buen rato.
-Volkov vete a casa un rato...- Conway sacó un cigarro del bolsillo de su pantalón.
-No- Respondió tajante el ruso.
-Tienes que descansar- el super separó la boquilla del cigarro de sus labios mientras miraba a Volkov.
Este solo suspiró pegando completamente la cabeza a la pared: -¿Vas a fumar aquí dentro?- este miró de vuelta a Conway con una media sonrisa.
El super también mostró una sonrisa, tomó un poco de aire y se puso de pié. Seguidamente le tendió la mano al ruso invitándolo a levantarse.
Volkov miró a la sala donde se encontraba Horacio, sentía que no podía irse de allí.
-Van a estar un buen rato ahí dentro...- dijo el viejo.
Volkov accedió y tomó la mano de Conway, este le ayudó a levantarse.
Caminaron juntos hasta la salida de aquel espacio que se había vuelto triste y con un aura oscura.
Se sentaron en el primer escalón en frente de la puerta.
Conway prendió su cigarro y se lo pegó a los labios tomando una grande calada, después mantuvo unos segundos el humo en su boca y expulsó este dejando una grande bocanada de blanquecino humo.
El super comenzó reír de la nada, mantenía la cabeza baja.
El ruso, que tenía una cara que mostraba las horas que llevaba en aquel hospital, giró la mirada hacia este: -¿Qué?- dijo también mostrando una sonrisa.
-Joder... Nunca me imaginé al comisario Volkov montándoselo con alguien en los vestuarios del CNP...- respondió Conway dando pequeños toquecitos al cigarro para que cayera la ceniza.
Volkov sonrió también, la verdad es que antes le avergonzaba la situación pero ahora sentía que nada le importaba.
Conway le ofreció el cigarro tendiendoselo y a lo que el ruso aceptó.
Lo tomó y le dió una pequeña calada, y mientras tosía, efecto que producía el humo entrando en sus pulmones, respondió: -Yo tampoco me lo imaginé...- dijo riendo.
Conway también rió, seguidamente se puso de pié: -Voy a por algo de ropa limpia y algo de comer.
Volkov le tendió el cigarro.
-tranquilo, quedatelo.-respondió este.
El ruso buscó entre sus pantalones las llaves de su casa y se las lanzó a Conway.
El super montó en el coche con el que había llegado al hospital y se fue dirección a casa de Volkov.
Este tardó pocos minutos en llegar, aparcó y tomó ropa cómoda que Volkov tenía en el armario.
Después puso rumbo a su casa, subió a su lujoso piso y fué directo al baño.
Necesitaba despejarse y quitarse toda la sangre que tenía en el cuerpo producida por las heridas de Horacio.
Se puso en frente al espejo, -Joder...- se dijo a sí mismo al ver las pintas que llevaba.
Después miró sus manos, llenas de sangre...
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