El sol y la luna
El balance
La creación de una maldición
☀️🌑
El sol y la luna, en la antigüedad, creados para estar siempre uno a la sombra del otro, tenían dos guardianas, designadas por la naturaleza, que se encargaban de encomendar las energías de estos dos astros al planeta tierra.
Al comienzo, la hija del sol y la hija de la luna eran compañeras muy fieles, se apoyaban en todo y trabajaban lado a lado combatiendo a quienes quisieran traspasar las fronteras de lo prohibido en cuanto a energía se refiriera. No obstante, ambas tenían visiones diferentes de la vida: una quería ser la soldada más reconocida de todos los reinos, mientras que la otra solo deseaba ser madre. Desafortunadamente, para esta última no había posibilidad alguna porque era infértil.
Un día, harta de las acusaciones de su compañera hacia ella, la hija de la luna escapó para poder cumplir su sueño de ser madre aunque la naturaleza eventualmente la obligaría a cumplir su balance como cualquier criatura e individuo. Como ambas eran las representantes fieles de sus astros, al separarse, se volvieron entidades únicas.
La hija del sol, ahora llamada Guerrera del Fuego, adquirió características físicas especiales del sol: su piel tenía un leve tono dorado al igual que su cabello y sus ojos. Su andar era lento, cálido, dejaba una sensación de calidez que todo el mundo agradecía. La hija de la luna, que se autodenominó Diosa de la luna, también adquirió las características de su astro: su piel se oscureció levemente de un azul grisáceo, su cabello se tornó negro azulado y sus ojos plateados. A diferencia de su compañera, todo el mundo le temía porque solo aparecía durante la noches frías para iluminar a quien se atravesase por su camino.
Un día de luna llena, cuando más poderosa se sentía, una mujer humana la invocó en el nombre de la naturaleza para pedirle, con ojos implorantes, que la ayudara a conseguir lo que más deseaba en la vida: casarse con un rey de muchas riquezas. La mujer deseaba ayudar a su familia y para eso necesitaba dinero, así que la mejor opción que tenía era enamorar a algún rey inocente que no se diera cuenta de sus verdaderas intenciones; sin embargo, necesitaba la ayuda de la Diosa de la luna porque, según las leyendas, era quien poseía las capacidades para hacer que cada hombre cayera a sus pies.
—Cuán grande es tu valentía al convocarme para algo tan mundano como lo es seducir a un rey —espetó la Diosa, dando un par de vueltas seguida por la cola de su blanco vestido que caía en ondas delicadas por la energía que emanaba el cuerpo de ella.
—Estoy desesperada, mi Diosa. No sé a quién más recurrir por ayuda porque sé que eres la más poderosa de todas.
—¿Más que mi oponente? ¿Mi contraria?
—¿La Guerrera del Fuego dice usted?
La Diosa vio duda en los ojos de la mujer y sintió odio puro porque así había sido desde siempre. La hija del sol se dedicó a esparcir rumores de la hija de la luna para que nadie confiara en ella. Debido a eso, se había convertido, a los ojos de muchos, una tirana, una villana que no tenía piedad alguna por nadie.
—Siempre hay un precio que pagar. ¿Estás dispuesta a dar lo que sea por tu deseo?
—Lo que sea, mi señora. ¿Qué debo dar? ¿Mi alma cuando muera? ¿Un sacrificio tal vez?
—No, nada de eso, sino algo mucho más simple. —La Diosa se acercó a la mujer para mirarla directo a los ojos, causándole un escalofrío con su penetrante mirada—. Quiero al primer hijo que tengas con este famoso rey.

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Los Caídos #5 - La maldición del lobo
FantasyCuando la vida de Camille cambia de un momento a otro, debe elegir entre lo que ha creído toda la vida y las historias que un grupo de niños le cuentan. Sin embargo, cuando el pequeño Francis es atacado por uno de los animales salvajes que atacan la...