Hablar de depresión hace años atrás era un tabú, y sí querías ir a un psicólogo o psiquiatra era porque estabas loco; no porque necesitabas ayuda; esa ha sido una de las mayores causales de suicidios, una palabra que espanta a todos los que han escuchado hablar de ella.
Mason comenzó a ir al sicólogo después de la muerte de su madre, donde en reiteradas ocasiones intentó quitarse la vida y pasó algunos días en el hospital siendo vigilado las veinticuatro horas del dia, hasta que se mudó a Pillowville en un vago intento de dejar todos sus fantasmas atrás; pero lo cierto es que ojalá una herida se curara solo por cambiarse de ciudad, ojalá fuera tan fácil.
Allí se encontraba el, en la habitación de su padre leyendo una colección de cuentos de terror de Edgar Allan Poe; eran las 5p.m. y su terapia comenzaba a las 6, así que cuando terminó de leer el libro, arregló sus cosas y se dispuso a salir de su casa. No había ido al instituto en casi una semana, su padre se había agravado y necesitaba toda la atención de él y de su enfermera Kat, quien vivía con ellos desde ya hace 3 años.
Al salir al exterior, el viento de invierno le pegó en su cara, despeinado su pelo negro que cayó en su frente. Se colocó sus audífonos y puso play la playlist que tenía por nombre "Ella". Tenia las canciones que anteriormente la chica de las cartas le había dedicado, y otras que le recordaban a ella.
Estaba inseguro, él no quería querer a nadie porque no se sentía capaz de darle amor cuando el no lo había encontrado en el mismo, le costaba creer que había gente interesada en el, a pesar de mantener una fachada segura ante la gente, su realidad era totalmente diferente.
Y entonces la vió, una chica venía en dirección contraria a la de el, prácticamente perdida en el perrito que llevaba con una Correa, en su otra mano sostenía un celular lo que Mason asumió que era para grabar al perrito. Su pelo llamaba demasiado la atención, era de un color maravilloso, combinaciones entre rojo, rubio y otros colores, su piel blanca como un papel, y sus labios estaban en perfecta simetría y con un color rosa al igual que su nariz; recordó que era la chica que se había estrellado el último día que asistió al instituto.
La chica levantó la vista y se miraron por dos segundos hasta que ella aceleró su paso, no sin antes darle una sonrisa casi imperceptible.
Era preciosa, se preocuparía por buscarla después de su consulta.
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Te lo digo con canciones.
Novela JuvenilDedicar canciones y escribir cartas eran cualidades propias de Madeline Carson. Mason era lindo, dispuesto a sonreírle al mundo sin mostrar lo que verdaderamente estaba pasando. Ella se atrevió, él la leyó. ¿Cómo terminará la historia?