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Es increíble cómo los hospitales son fuentes de tristeza y de alegría a la vez

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Es increíble cómo los hospitales son fuentes de tristeza y de alegría a la vez.

Podía haber gente muriendo y gente naciendo a la vez, familias perdiendo una vida y otras familias recibiendo otra.

Sin embargo a mi, los hospitales siempre me habían parecido deprimentes.

Cumplí mi promesa, me quedé hasta que Mason, después de siete días, despertó.

En la sala del hospital estábamos Kat, Trish, Lukas y yo. Mi mejor amiga había llegado el viernes, y había estado junto a mi hasta en este momento.

— ¿Podríamos ir a tomar el café afuera? —me preguntó, y sus ojos me exigieron que dijera que sí y que la acompañará.

No había visto a Mason, no había tenido las agallas suficientes, cuando el doctor nos dió la noticia todos los presentes me miraron a mi, pero yo solo negué con la cabeza y me alejé un poco, no sabía porque no quería verlo. Mis sentimientos estaban confusos, enojados y tristes; aunque fue inevitable no sentir alivio por saber que el estaría bien.

—Vamos —Contesté mientras me levantaba de mi asiento y sostenía mi café con una mano.

El clima fuera del hospital era frío, el cielo estaba nublado y ya se podía sentir alguna que otra lluvia. Así era PillowVille, inestable como sus habitantes.

— ¿No te sientes lista? —me preguntó mientras me miraba. Trish era una persona directa, no andaba por la vida con rodeos, si tenía que decirte algo, lo hacía y ya.

—No realmente —Contesté, porque era la verdad.

Un suspiro se escapó de sus labios, y la conocía lo suficiente para saber que en su interior estaba debatiendo algo que no sabía si decirme.

—Sólo dilo —me apresuré a decir.

—Me gustaría que vinieras conmigo, a Carrison, a vivir —me explicó, rápidamente y con miedo.

¿Cómo?

—Que estas diciendo, no seas tonta —mi voz sonó más enfadada de lo que quería que sonara.

—No es tonto, Madeline —Frunció las cejas, en un gesto de enojo—, no puedes lidiar con esto, tienes diecisiete años, no eres una enfermera, ni una sicóloga, eres una adolescente.

—No voy a dejar a Mason, si es lo que quieres —respondí a la defensiva.

—No es lo que quiero por ser egoísta —una pausa, más larga que otras—, cuando me contaste que estabas con alguien, Dios, nisiquiera puedes imaginar mi emoción por eso, jamás podría envidiarle algo porque eres mi hermana, y siempre voy a querer lo mejor para ti.

Ella me miró, y siguió hablando mientras me tomaba las manos: —No me gustaría sentir que estas cargando con responsabilidades que no te corresponden. Las personas no somos hospitales, no puedes fingir que tu amor va a curar a alguien, no es una película; Madeline.

Te lo digo con canciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora