Te lo digo con canciones.

14.

Día uno sin Mason.

"Querido Mason:

Llevas un dia sin venir al instituto, un día que no he tenido la dicha de ver tu carita hermosa, ni de ver tus historias con esas fotos de los paisajes. ¿Estás bien? Bueno no se porque pregunto si no me puedes responder. Por favor, espero que estés bien."

Dentro de Mad, sabia que algo no estaba bien, que algo no estaba en su lugar; y no tenía como averiguarlo.

Día tres sin Mason.

"Mason.

Me estoy preocupando, llevas tres días sin dar ninguna señal de vida y yo ya no puedo con tanto. Cuando no estuviste en una semana al menos sabia de ti por lo que subías a Instagram pero ahora no se nada, y el presentimiento aún no se va, está ahí, constante.

Te comentó que descubrí una cantante nueva, se llama Billie Eilish y su voz me trae una paz increible; también te cuento que he reproducido unas cincuenta veces tu cover de falling. ¿Por qué no has subido más? tu voz es magnífica.

Por favor, aparece luego."

Una semana sin Mason

"Mason.

Necesito saber si estás bien, Mason Collins, necesito saber que pasó, porque no has venido, necesito respuestas. Por favor no te vayas, por favor vuelve.

He pensado seriamente en ir a verte, no se si será muy loco que alguien llegue a tu casa a preguntar por ti de pronto, pero te extraño, extraño ver tus sonrisas cuando lees mis cartas; ahora estarán juntando polvo en tu casillero mientras yo te extraño.

Te extraño mucho, Mason"

Siete días desde que Mad no sabía nada de Mason

—No puedo, Lukas, ¿Qué si le paso algo? —le dijo a su amigo mientras se apoyaba en su hombro—, Dios, nisiquiera le dije que era yo, nisiquiera tuve oportunidad de decirle que me encantaba la forma en que me miraba aún sin saber quien era yo. La chica que le dedicaba canciones por cartas.

Estaba casi llorando, no sabía que hacer. Quizá podría verse rarísimo porque nunca entablaron una conversación más allá, pero ella estaba arriesgándose, y quería que todo saliera perfecto.

Su pecho se comenzó a apretar, le dolía como un infierno; sintió que el campus del instituto se iba minimizando hasta que sólo sentía sus latidos del corazón, y su amigo se dio cuenta de eso.

—Mad, respira, todo está bien, él está bien, por favor; sabes que pasa si te dan ataques—y claro que ella sabía que pasaba, la última vez que le dio un ataque de angustia fuerte termino conectada a una máquina de oxígeno y una intravenosa que le pasaba calmantes.

—N... No... No puedo... Respirar —La sensación la estaba ahogando aún más— voy a morir.

—Respira, Mad —Lukas imitó una respiración-Uno, dos, tres —se acordó que la sicóloga le había dicho lo que tenía que hacer; porque la primera vez que Mad tuvo un ataque de pánico casi se murieron los dos.

Mad lo imitó, y de apoco sintió que su pecho se iba aliviando, y entonces pasó. Estalló en llanto, como suele pasar siempre después de tener un ataque.

Pensar que un ataque de pánico es mental, es una de las cosas más nefastas que ha dicho el ser humano, pensar que la gente que padece esto está fingiendo, o lo hace para llamar la atención, o porqué está loca es lo peor que una persona que siente estos síntomas, puede escuchar.

Mad comenzó a sufrir de crisis de pánico y ataques de angustia momentáneos cuando presenció la primera golpiza de su padre hacía su madre, cuando se sintió tan amenazada que se escondió por horas bajo su cama mientras lloraba y sentía que se iba a morir, que su corazón iba a estallar en cualquier momento. Y cuando pasó, después de horas, se largó a llorar como si no hubiese un mañana. De ahí siguió teniéndolos hasta que acudió a una sicóloga, que la ayudó a controlar lo que pensaba que era imposible.

—Lo extraño, Lukas —le dijo entre sollozos—, quiero ver su sonrisa, verlo reír con sus amigos, ver como juega fútbol o como escribe en clase... —sorbio la nariz— ¿Y si lo voy a ver? ¿Seria muy loco?

Lukas negó —Si quieres mañana te acompaño, mi niña.

Hizo un gesto de asentimiento con su cabeza, y espero pacientemente para saber porqué su amado no había ido en una semana.