Dedicar canciones y escribir cartas eran cualidades propias de Madeline Carson.
Mason era lindo, dispuesto a sonreírle al mundo sin mostrar lo que verdaderamente estaba pasando.
Ella se atrevió, él la leyó.
¿Cómo terminará la historia?
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Depresión.
La depresión era algo que a Mason le desagradaba hablar con otra gente, detestaba que supieran qué él estaba pasando por eso y que casí lo consumía por completo. Detestaba que la gente lo mirara con lástima, o que se compadecieran solo por lo qué el había pasado a su corta edad.
Su diagnóstico lo recibió una tarde después de la escuela, donde su terapeuta lo estaba esperando en su casa; fue la primera persona que le dió esa mirada que él odiaba: La mirada de lástima.
—Fuiste diagnosticado condepresión en la primera etapa, Mason —le dijo la mujer morena de pelo negro, mientras lo miraba pensando en porqué niños tan pequeños tienen que sufrir tantas cosas malas, el chico solo tenía 15 años, no tenía que haber pasado por nada más— Pero no te preocupes, yo estaré contigo cuando las cosas se pongan malas y sientas qué no puedes más.
La Doctora Fisser le tomó la mano, acción que hizo que el niño retirará la suya rápidamente. —Yo no quiero su lástima, señora. —le respondió, sintiendo que su garganta no podía pronunciar una palabra más.
Kat lo miraba desde el otro sofá, sabía que debía proteger a ese niño y ayudarlo a crecer. No iba a dejar que le pasaran las cosas que le ocurrieron a sus hijos, y Mason se había convertido en uno desde que lo vió llorando al lado de su padre.
El primer mes después de su diagnóstico, el adolescente se negó a asistir a terapias, se encerró en su cuarto y sólo lo veían cuando salía —raramente— a comer algo. Cuando las luces se apagaban, salía de su cuarto sólo para admirar al que fue en su momento; el maltratador de él y su madre. Por meses, le guardó un rencor insano; pensando incluso en desconectar sus máquinas que lo mantenían respirando. Luego, se reprendía porqué sea como sea, era su padre.
El segundo y tercer mes, Mason comenzó a salir por las noches y llegar en la madrugada, evidentemente borracho y con alguna sustancia ilícita dentro de su cuerpo. Dormía todo el día y ya poco comía, su vida se resumió a beber alcohol y meterse droga hasta que olvidará que su madre ya no estaba con él, que se había ido y por culpa del hombre que yacía inconsciente en el piso de abajo. Se hizo su primer tatuaje, una "L" en su pecho, justo en el lado del corazón; siempre recordará a Laura, su madre, ahora la tendría junto a él, acompañando siempre su camino.
Al cuarto mes, las drogas y el alcohol comenzaron a pasarle la cuenta, se metía en pelea todas las noches porque su vida ya no le importaba, total, ya no tenía a nadie en ella que realmente valiera. Una noche, cuando estaba lo suficientemente borracho y drogado para recordarlo, un ajuste de cuentas que terminó con una cuchilla en su estómago lo dejó casi moribundo, teniendo que pasar dos días en el. Kat siempre estuvo a su lado, y fue en ese momento en que decidió que no iba a dejar que Mason se muriera, que se hundiera en la miseria porque tenía una vida por delante. Porque era joven y sabía que el podía con todo.