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Mason abrió su casillero después de la primera clase y se llevó una sorpresa; había un papel rosa que cayó a sus pies. Aquel gesto causó sorpresa e intriga en el joven; nunca había recibido una carta, más bien las pocas chicas que se le acercaban con intenciones honestas solo le hablaban en persona. Pero... ¿Cartas?

Quedó más sorprendido de lo que estaba, intentaba que su mente recordara aquel día que cantó esa canción, o con quién estaba, pero nada venía a su mente.

— ¿Admiradora secreta, Collins? —Preguntó Dave, un compañero de entrenamiento que pasaba por ahí
—, último año y se te han declarado cinco, muy bien.

Mason sólo rodó los ojos, él no se consideraba tan atractivo como más chicos que habían allí y siempre dejó en claro que él no quería fama, no quería el popularismo cliché de Estados Unidos, quería ser normal, después de lo que había pasado, se lo merecía.

Miró para todos lados buscando a la dueña de la carta, y aunque no quiso parecer demasiado interesado, algo en él había despertado y sentía ese calor en el estómago que hace mucho tiempo no aparecía.

Mason es un chico lleno de intriga, casi nadie sabe de él más de lo que el mismo quiere que sepan; nadie ha podido llegar hasta el fondo de su corazón, pero, y solo pero, haciendo una excepción; ese pequeño detalle le había ablandado su corazón.

Te lo digo con canciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora