Dedicar canciones y escribir cartas eran cualidades propias de Madeline Carson.
Mason era lindo, dispuesto a sonreírle al mundo sin mostrar lo que verdaderamente estaba pasando.
Ella se atrevió, él la leyó.
¿Cómo terminará la historia?
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Mason había despertado desorientado, pensaba que iba a estar ya con su familia, que su madre lo recibiría y estarían al final los cuatro juntos, felices.
Pero la verdad es qué había despertado en una habitación Blanca y con mucho frío en su cuerpo, con molestosas agujas en sus brazos y con un intenso dolor de cabeza, casí como el de las resacas que se ponía en sus tiempos aquellos.
Cayó en cuenta qué no lo había logrado, que su intento por irse con su familia había sido fallido nuevamente y que tendría que aguantar vivir sin ellos, aún más tiempo del que él quería. Lloró en silencio, lloró porque realmente ya no quería estar aquí, porque ahora tendría que asumir que había intentado suicidarse y dejar atrás a la chica que amó, y a la mujer que se entregó completamente para cuidar de él, a pesar de su triste vida anteriormente.
¿Se arrepentía? No lo tenía claro, era lo que el quería, queria abandonar ésta tierra, pero no pudo evitar pensar que dos minutos antes de tomarse esa botella de alcohol se había arrepentido, y había pensado en los planes que Mad había tenido con él, mientras él pensaba en dejar esta tierra y sobre todo dejarla a ella, sola.
Aunque no era tan tonto, él sabía que podría salir de esa y de muchas más porque la pelirroja era una ya una mujer fuerte, dispuesta a pelear con el mundo sólo para no rendirse; y ahora, mientras había reconsiderado su opción de querer morir, sabía que quería ver esos avances, sabia que quería estar junto a ella.
Pasaron horas donde Kat y Lukas lo visitaron, y aunque estaba agradecido de la atención extrañaba a la chica que le sacaba una sonrisa con tan solo verla. ¿Se había ido? ¿No había podido resistirlo?
—Ella está afuera —Le respondió Lukas, quién había adivinado los pensamientos del peli negro. Habían pasado un tiempo juntos durante la estancia de Mad en casa de Mason, solían hacer cosas juntos los tres como buenos amigos—, no se siente lista, la pasó muy mal durante estos dias; cuando Mad llora es porque está muy mal.
El chico que yacía acostado en la camilla frunció el ceño, le pareció extraño que su amigo dijera eso pues Mad lo que había hecho durante estas semanas había sido llorar, lloraba mucho junto a él, de hecho.
—Pero ella... —Hablar le pesaba—, ella llora mucho...
—Sí, genio, es porque ella tampoco estaba bien, tampoco lo está ahora —habló con obviedad—, al parecer no se conocían tanto como creían...
En ese momento se puso a pensar que eso era verdad, que había sido rápido, casi con miedo de que todo se acabara; y por eso no se habían dado el tiempo de conocerse de forma seria, profunda. Pensó en las veces en las que Mad había llorado mientras creía que Mason estaba durmiendo. Ahí se dió cuenta que Madeline lo necesitaba muchísimo más que él a ella, y se había atrevido a dejarla sola a pesar de que ella jamás lo dejó a él.
Pasaron horas, la ventana revelaba que se estaba oscureciendo, el médico ya había venido a chequearlo, las visitas estaban casi a punto de terminar; entonces la vió.