—¡Y me cantó! —le gritó, como una niña de cinco años a su amigo, quien la miraba expectante— me cantó una canción de Billie Eilish.
—¿Billie Eilish? —puso una mueca graciosa de desagrado— Y, ¿Que pasó después? ¿Se tomaron de las manos y se pusieron a llorar? Las canciones de Billie son horriblemente tristes. ¿Estaban en un parque o en un funeral?
Mad le pegó en la parte de atrás de su cabeza, Lukas era una persona excesivamente sarcástica; era lo que más le gustaba de él, además de que su humor era casi idéntico.
Lo vió riendo, y pensó en lo que era cuando sus vidas se encontraron, el chico que no sonreía con nada y se escondía de cualquier persona pensando que le harían daño. Que evitaba pasar por donde había sido su ataque homofóbico, y qué lloraba de miedo escondido en los baños. Ella varias veces tuvo que entrar independiente de las miradas al baño de hombres solo para estar con él. Ahora, hablaba con la gente, se paseaba abiertamente por donde fuera, orgulloso de lo que era; juró que nunca nadie le haría más daño. Era feliz.
¿El amor sana?
Quizá no del todo, hay heridas que no se pueden curar solo con amor; pero sin embargo, Maddy había curado a Luke con dedicación, con su amistad incondicional, con su apoyo y con las ganas de verlo brillar, lo habían curado también el amor de sus padres y el hecho de que lo hayan entendido sin ningún pero, sin nunca pensar qué habían hecho mal para que saliera así.
Ese día era viernes, llegaría su mejor amiga para ver el juego de los rivales de las dos ciudades más grandes. Eran cinco horas de viaje, por eso Mad y Trish no se veían mucho, sin embargo ese día quería que fuera especial, así que antes de ir a recogerla fue a comprar un obsequio.
Hablaban seguido, a pesar de estar distanciadas hablaban todos los días, Trish sabía de lo que estaba pasando con Mason y Maddy sabía del amor que Trish intentaba negar a toda costa tachandolo de "imposible". Sabía que su mejor amiga se negaba a sentir cosas por cualquier cosa que fuera denominada como hombre, pero al final, terminaría loca y enamorada; como siempre.
Era algo que Maddy admiraba de Trish Ferguson, era entregada al cien por ciento y siempre daba lo mejor, el error era que esperaba que le dieran lo mismo, y se terminaba decepcionando y con su corazón roto. Y allí, aunque tuviera que viajar cinco horas, Mad llegaba hasta Carrison y pasaban su tarde viendo películas y llorando porque los hombres eran una mierda, como su amiga solía llamarlo cada vez que tenía una ruptura.
Cuando el autobús de Trish llegó, no pudo evitar sonreír y pegar gritos de emoción cuando vió su cabellera castaña bajándose del transporte, ambas al encontrarse se abrazaron y lloraron; se habían extrañado tanto que dolía.
—¡Por fin estoy aquí, perra! —gritó, secándose sus lágrimas—, Tonta; arruinar el maquillaje no está en mis planes.
Maddy río, se alegraba tanto de tenerla ahí, habían tantas cosas que contar que no podían esperar a llegar a la casa. Decir "su casa" suena ajeno en sus labios, esa figura de madera que yacía en la calle 750, no era su casa ya, había dejado de serlo hace años.
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Te lo digo con canciones.
Novela JuvenilDedicar canciones y escribir cartas eran cualidades propias de Madeline Carson. Mason era lindo, dispuesto a sonreírle al mundo sin mostrar lo que verdaderamente estaba pasando. Ella se atrevió, él la leyó. ¿Cómo terminará la historia?