𝒢𝓇𝒶𝒸𝒾𝒶𝓈 ♡

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Jihoon se encontraba nervioso, sus dedos levemente apretados al igual que sus labios formando una sola línea, así fue por un mes completo en el trabajo, sintiendo su corazón salirse de su pecho cada que se le permitía llevar un caso en el hospital.

Su corazón se ahogaba cada que escuchaba los problemas de las personas, se había preparado para esto, para escuchar, para ayudar, pero no podía evitar sentirse un poco afligido, así era hasta que poco a poco ese corazón se aligeró y pudo flotar sobre el agua, se hizo fuerte.

Su vida carecía de tiempo, por la mañanas en el hospital, por las tardes y noches estudiar sus casos. Pero Jihoon sentía que todo valía la pena, al salir del hospital siempre se encontraba con aquella figura que poseía una espléndida sonrisa, en ocasiones era feliz toda la noche al dormir con esa persona amada y otras pensando en sus bellos ojos.

Después de tanto tiempo, podía decir abiertamente y frente a él, que lo amaba.

Esta noche después de tanto tiempo, Jihoon visitaría la casa de SeungCheol. Estaba emocionado, tanto que no se dio cuenta del momento en que había tomado su bicicleta y dejado a un lado la idea de ir a pie. Podía sentir cosquillas en su corazón cuando dobló en aquella esquina que siempre circulaba anteriormente para ir al instituto. Podía sentir sus mejillas arder y entumirse al sonreír como un niño al recordar aquellos momentos.

Se sentía como si fuera a buscar a SeungCheol.

Esperar a que subiera a su bicicleta y rodeara su espalda.

Se detuvo frente a la casa del mayor, un suspiro se escapó de sus labios y sus manos temblaron ligeramente cuando tocó el timbre. Se acomodó el cabello con ayuda de una de sus manos y también sacudió su ropa como si estuviese llena de polvo.

Su corazón se vio envuelto en llamas cuando vislumbró el anillo alrededor de su dedo. Seguía sin poder creerlo.

— Precioso — Saludó SeungCheol con ojos destellantes, su rostro esbozaba una enorme sonrisa, sus mejillas adornadas por dos bellos hoyuelos.

— Cheolie — Musitó Jihoon al lanzarse a los brazos del mayor, su cabeza descansando en el pecho ajeno mientras era rodeado por dos firmes brazos — Te extrañé.

— Te dije que iría por ti, pero no quisiste.

Jihoon negó con la cabeza — Hoy tuviste reunión en el colegio, no quería molestar.

— Tú jamás me molestas — Dijo seriamente, depositando un beso en los cabellos castaños del bajito y levantando el mentón ajeno para besar sus labios.

Así estuvieron un momento hasta que SeungCheol tomó la mano ajena y lo guío hasta la sala — Mamá está en su habitación, ahorita baja, llegó un poco más tarde de lo que pensaba. 

Jihoon asintió y estaba a punto de tomar asiento cuando visualizo todos los retratos sobre la chimenea y también en los muebles de la sala.

Su vista se mantuvo sobre aquel cuadro donde un hombre cargaba a un pequeño, ambos se parecían, ojos redondos con pestañas largas como cortinas, sus sonrisas brillantes, cálidas y gentiles, y dos perfectos hoyuelos que daban ganas de tocarlos con las puntas de los dedos.

El papá de SeungCheol.

Jihoon se volvió lentamente hacia el mayor, quería decir algo pero las palabras se quedaron atoradas en su garganta. Estaba sorprendido.

SeungCheol lo notó y sonrió, con la cabeza inclinada y mirando sus propios zapatos murmuró — Era el momento de que papá regresara a casa.

Jihoon se congeló en su lugar, su corazón dio un vuelco y sus manos temblaron al igual que sus pestañas. SeungCheol, él realmente se había esforzado tanto todos estos años.

En el momento que escuchó las palabras del mayor, pudo confirmar que nada había sido en vano, que todos estos años lejos de SeungCheol no fueron un error. Cada lágrima que ambos habían derramado, cada noche que pasaron despiertos pensando en el otro, deseosos de buscarse, de encontrarse, de amarse, todo había valido totalmente la pena.

SeungCheol, era la prueba de la valentía, del esfuerzo, de la entrega y del amor.

No sé había equivocado de entregarle su corazón.

— Gracias Jihoonie — El bajito abrió los ojos abruptamente, su cuerpo completo tembló al escuchar la voz de SeungCheol cerca de su oreja, siendo atrapado en sus brazos y presionado cerca de su pecho — Por defenderme aquel día, por hacerme parte de tu vida.

— No, yo hice lo correcto, yo no podía seguir permitiendo que esos niños te hicieran llorar, cheolie, nunca me ha gustado que llores… yo…

—hiciste más que lo correcto, ahora tengo tantas cosas claras, aprendiste a pelear por mi y siempre te mantuviste a mi lado a pesar de los problemas que te causaba.

— No, SeungCheol, tu nunca me causaste problemas — el de baja estura se deslizó entre los brazos del mayor y se colocó de puntillas para poder sostener las mejillas ajenas — Aquel día te lo dije, jamás fuiste un problema, fue mi decisión protegerte cheolie.

— Sigo teniendo miedos Jihoonie pero ahora, el más grande es mi miedo a perderte, a que dejes de amarme, pero ya no seré aquel niño que se aferraba a sus propias piernas, yo… yo lucharé por ti a cada minuto, te amaré y ahora sí, te aseguro que te protegeré con todas mis fuerzas — SeungCheol dejó caer sus lágrimas mojando aquellas manos blanquecinas — Ahora quiero ser yo el que te lleve en bicicleta, el que se ponga delante de ti para bloquear a todos, el que tome tu mano y el que te acompañe a casa y te recuerde que debes comer, que debes marcarme si me necesitas.

Jihoon mordió su labio y estalló en lágrimas al escuchar a SeungCheol — No. No quiero, me niego a que sea así, ambos nos protegeremos, ambos nos amaremos y nos tomaremos de las manos. Compartiremos el resto de nuestras vidas juntos.

Se miraron a los ojos, esos ojos que brillaban a causa de las lágrimas y como si estuviesen sellando un pacto, se besaron, se besaron hasta quedarse sin aliento, hasta que una mujer con lágrimas en los ojos los interrumpió.

Aquella mujer se acercó a ambos y los envolvió en sus brazos. Agradeciéndole al blanquecino por estar junto a SeungCheol una vez más y disculpándose por haberlos alejado por todos estos años.

La madre de SeungCheol tomó entre sus manos la cara de Jihoon y lo observó con ojos radiantes — Jihoonie es tan guapo — halagó con una sonrisa.

La señora Choi había hecho aquellas pizzas caseras que se tomaba el tiempo de preparar cuando SeungCheol trajo por primera vez a Jihoon, trayendo consigo demasiados recuerdos. Sus ojos comenzaron a humedecerse nuevamente al visualizar a los dos pequeños comiendo como ahora lo hacían. Su corazón latía con mucha fuerza al ver a su hijo, ya no era ese pequeño que se escondía poco a poco y que no le dirigía ni una sola palabra.

Ahora era todo lo contrario, SeungCheol era animado, seguro y muy hablador.

— ¿Verdad mamá, papá en esa foto se manchó la camisa y me colocó frente a él para tapar la mancha? — Inquirió SeungCheol con una sonrisa mientras señalaba aquella foto que había cautivado la atención de Jihoon.

De pronto la señora Choi no supo cómo reaccionar, sin poder evitarlo una lagrima se volvió a derramar, después de tantos años podían hablar de los momentos junto a su padre sin que a su pequeño hijo le diera una crisis.

Por primera vez después de mucho tiempo, sentía que podía contarle a SeungCheol lo emocionado que estaba su padre al saber que esperaban un bebé.

Ni siquiera ella sabía lo que había llevado a su marido a tomar aquella decisión, aquella que marcó a su hijo espantosamente, no lo odiaba, no sentía ninguna clase de rencor, ahora su hijo era feliz.

El destino había sido cruel en el pasado, pero ahora lo recompensaba.

Mi pequeño Bravucón (JiCheol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora