ℱℯℴ ♡

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— Joven Lee, tendremos que hablar con su madre — Dijo el rector del instituto, el señor Wang, colocando los codos sobre el impecable escritorio.

El blanquecino se volvió a mirar al maestro Jeong, que se encontraba parado a lado suyo, en una posición firme, con el rostro elevado correctamente.

— Señor ¿podría hablarle yo mismo? — Inquirió mirando al hombre, sacando su móvil del bolsillo de su pantalón — Puedo hacerlo aquí mismo, frente a usted.

El rector alargó los labios en una sutil mueca y asintió, después de todo podría supervisar la llamada. Así que Jihoon buscó el número de su madre y marcó, después de que sonó por unos momentos la señora Lee contesto.

Mamá

La señora Lee suspiró — ya pasó ¿Verdad? — Respondió y al mismo tiempo preguntó tan segura.

— Si madre.

— Voy para allá — Informó y colgó.

Ambos maestros miraron a Jihoon un poco confundidos, solo había dicho tres palabras y ya había guardado su celular.

— Ella dice que viene para acá.

Y así lo hizo, la señora Lee llegó al instituto, tuvo una gran conversación con el rector después de escuchar el motivo por el que Jihoon había actuado de tal manera. La señora Lee ya estaba muy familiarizada con estos sucesos; el rector insistió en suspender al blanquecino pero después de tantas vueltas y súplicas de la madre del agresor, decidieron que por el momento el caso se dejaría inconcluso para poder obtener la opinión del señor Kwon, el padre de Soonyoung, ya que por causas desconocidas no pudo asistir al llamado del director.

Así que por el momento el problema quedaría en un veremos, hasta poder hablar con ambas partes, además Soonyoung no estaba en condiciones para defenderse de lo que se le acusaba.

Una sonrisa surcó el rostro del bajito la cual despareció al ver la mirada fulminante de su madre. Después de que se despidieran del rector Wang y el maestro Jeong, se dirigieron a la salida. Jihoon miró a su madre con rostro arrepentido y de repente un quejido brotó de sus labios al sentir un apretón en su oreja.

— ¿Cuándo aprenderás? Ya no eres un niño de 6 años — Regañó, su voz era severa pero también tenía un toque de burla — si sigues así, te expulsarán y tu constancia tendrá una mala descripción de ti y no te aceptaran en ninguna escuela ¿Quieres eso?

Jihoon se sobaba su oreja con el ceño fruncido y negó al escuchar la última pregunta de su madre.

— Entonces compórtate, mini Bravucón, por qué sino, te van a separar de SeungCheol, sabes perfectamente que el se asusta cuando tú peleas.

De pronto el bajito recordó el rostro lloroso de SeungCheol, sus manos aferradas a su brazo y sus labios titubeantes.

— Jamás, SeungCheol, el, no quiero que lo alejen de mí — Sus palabras eran desiguales, como si dudará de lo que realmente quería expresar.

La señora Lee esbozó un sonrisa, sus ojos miraron a su hijo con ternura y le acarició  la mejilla — Pequeño tonto, cuando te darás cuenta que no ves a SeungCheol como un amigo — pensó para si misma, dándose media vuelta para dejar el instituto, sin antes advertirle nuevamente a Jihoon que debía portarse bien.

Jihoon se sentó en la banca de la entrada principal del instituto, la misma dónde había dejado a SeungCheol, colocó sus manos una en cada lado apoyándose en la banca, meciendo sus piernas mientras esperaba que el timbre del receso sonara. Había tardado tanto en dirección que se había perdido la mitad de las clases.

Cuando el timbre resonó por todo el lugar se puso de pie de un brinco y caminó a paso rápido hasta llegar a la parte trasera; en el transcurso del camino pudo observar como las miradas de los alumnos se clavaban en su espalda y mormullos golpeaban su aparato auditivo.

Algo que le daba exactamente lo mismo, nunca le había tomado importancia a lo que otros pensaran sobre el.

Cuando llegó a su destino pudo ver a SeungCheol aferrado a sus rodillas, con el rostro casi sin vida, mientras que sus amigos lo rodeaban y trataban de animarlo.

Sus pensamientos lo llevaron a unos cuantos años atrás, dónde SeungCheol estaba en la misma posición, ahogado en llanto mientras su espalda vibraba a causa de los constantes hipidos, estaba solo, solo en el lugar donde ambos pasaban la hora de comida. En ese tiempo el mayor se aferraba a un pequeño conejo de peluche que Jihoon le había regalado.

Su rostro tan joven, con sus grandes ojos, en sus pestañas  se podían visualizar las brillantes lágrimas que se mecían sobre ellas, su nariz roja; el corazón de un Jihoon de 8 años se encogió a tal grado de querer llorar, se acercó a SeungCheol y lo rodeó en un gran abrazo. Susurrando cerca de su oído que todo estaba bien y que se veía feo llorando.

El Jihoon del presente fue golpeado por un gran y pesado cuerpo que lo saco de sus recuerdos, retrocedió unos cuantos pasos antes de poder emitir fuerza en sus piernas; SeungCheol estaba rodeándolo, mientras que dos de sus amigos estaban parados justo frente a ellos.

El blanquecino deslizó sus manos en la espalda ajena, dando leves golpecitos de consuelo — Estoy bien, siempre te preocupas de más.

SeungCheol lo apretó con más fuerza, el bajito podía sentir que el aire comenzaba a hacerle falta, pero no se quejó, dejo que el castaño lo abrazara con casi todas sus fuerzas.

— Estás de vuelta, no quiere comer, espero que ahora que estés aquí comience a comer, antes de que ¡¡Mingyu se coma todo!! — Dijo SeungKwan elevando la voz en la última parte de su queja.

El cuerpo del alto se crispó pero fingió no haber escuchado nada. Después de lo sucedido sus amigos habían recogido sus cosas, así que ellos estuvieron a cargo de ellas, dentro de esas cosas se encontraba la comida que Jihoon a diario llevaba.

Wonwoo se acercó a Mingyu y se colocó en cuclillas para arrebatarle la lonchera. Unos minutos después SeungCheol aflojó el agarre y se reincorporó dejando ver su rostro sonrojado a causa de su llanto.

— Nunca va a gustarme como te ves cuando lloras, te ves feo — Frunció el rostro, mientras sus labios formaban un puchero.

SeungCheol limpio sus lágrimas al escucharlo y trato de sonreír pero no pudo, sus ojos titubeantes, sus cejas furtivamente fruncidas al igual que sus labios.

— No me regañes, se que prometí no pelear pero el se lo merecía — el blanquecino tomó la muñeca de SeungCheol y lo obligó a seguirlo para después sentarlo en el verde pasto — Come o me enojare — amenazó, observando como SeungCheol lo miraba frívolo.

— Hazle caso a Jihoonie — Apoyó Seungkwan amablemente, acercándole los palillos, los cuales fueron tomados por el bajito. Tomó un poco de las verduras salteadas y las llevo hasta la boca de SeungCheol, pero el no movió los labios, sino que los apretó más en un puchero, sus brazos se cruzaron casi en protesta.

— Tampoco me gusta cuando haces pucheros — SeungCheol bajó los brazos y sus labios se fueron aflojando lentamente — porque te vez jodidamente adorable.

Mi pequeño Bravucón (JiCheol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora