Capítulo 3: Ok, quizá soy un poquito furro

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La verdad tenía miedo de salir sin rumbo para ir por más agua, por lo que opté por poner como regla que recorrería hasta 500 metros de radio alrededor de mi campamento y si no encontraba agua me rendiría por el día, por lo que comencé a caminar, debido a que el azadón era de madera no podía marcar los árboles, por lo que opté por marcar el camino con piedras que dejaba en pequeñas montañas, los árboles del bosque eran bastante altos, y estaba un poco oscuro. Me tomó cerca de media hora de vagar sin rumbo fijo encontrar un riachuelo que fluía hacia la parte baja, probablemente desembocaba en un mar, por lo que tomé mi regadera y la llené de agua, se estaba oscureciendo, así que debía apresurarme, pero cuando iba volviendo, mi pie chocó con algo blando, al mirar hacia abajo, me encontré con una figura curiosa, se veía como una joven, su rostro era bastante bonito, de piel morena y cabello blanco, que parecía vestir un suéter de lana blanco y una medias hasta los muslos, pero que desentonaba con su falda de hojas, pero lo más sorprendente era que tenía orejas de conejo en la parte alta de su cabeza.

-Ok, esto es raro. -Dije para mi mismo, pero en ese momento me percaté que tenía una herida en su costado, donde su aparente suéter blanco estaba manchado de rojo.

-¿Qué hago ahora? -Pensé preocupado, en eso noté que traía con ella una bolsa, al revisarla, me encontré una planta medicinal, por lo visto podía reconocerla por mis habilidades de granjero, pero tenía que procesarla para poder usarla y hacer eso en el bosque era muy peligroso, así que me la llevé conmigo al campamento, junto a su bolsa, allí, usando dos piedras como mortero molí la hierba medicinal y la apliqué sobre la herida, en eso me di cuenta que lo que pensé era un suéter parecía ser pelaje pegado a su piel, por lo que tuve que trabajar por encima de este, cubriéndola con un vendaje que hice usando mi camisa, la chica estaba durmiendo tranquilamente y aunque no tenía una fogata, decidí usar el árbol para taparnos del frío mientras nos escondía en el hueco que tenía al medio.

-¿Acaso me estaré volviendo furro?... -Pregunté mientras me quedaba sentado a su lado

Mi pequeña Villa en otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora