*La llegada*
-Ok, aquí voy- Se dijo el rubio a sí mismo mientras se abría paso por la entrada de la mansión Agreste.
Acababa de bajarse del vehículo que lo trajo del instituto a su casa y ahora debería enfrentarse nuevamente a su padre tras no dirigirle la mirada en días.
Estaba nervioso, y con razón; estaba temeroso de lo que pudiera hayar al otro lado de esa puerta. Sabía que su padre estaría mirándolo desde lo alto de esas gigantes escaleras en las que solía imponer su presencia, con esos ojos penetrantes que desde que tenía 14 años ejercían esa inmensa presión sobre él y, una vez que estuviera dentro, descubriría además la razón por la que él, Gabriel Agreste, había suspendido todas las actividades de su hijo ese día. Solo restaban segundos para saber cuál era el anuncio que lo aguardaba y, conociendo a su padre, sería algo grande.
Natalie, quien lo estaba esperando, se aproximó a él para saludarlo asintiendo levemente con la cabeza y abrió lo que sería la entrada del domicilio Agreste. Con la mirada gacha, el rubio caminó a través de las lujosas baldosas para posicionarse en el lugar de siempre, sin embargo, tan pronto como levantó la mirada, sintió un fuerte punzazo en el estómago, atónito e incrédulo de la figura que se encontraba frente a él.
Sacudió su cabeza y tragó saliva. De todas las cosas que había podido imaginar encontrar, esa definitivamente no era una de ellas. Un escalofrío recorrió su cuerpo y sintió un sudor frío correr por su frente, como si acabara de ver un fantasma. Aún en shock y tartamudeando, reunió apenas las fuerzas para musitar su nombre.
-¿Li- Lila?
-Hola, Adrien- Respondió la castaña para luego caminar hasta el rubio y saludarlo con un beso en ambas mejillas- Bienvenido ¿Cómo estuvo el camino hasta acá, mucho tráfico?
-¿C- cómo es que tú-
-Tranquilo, todas tus dudas serán respondidas a su tiempo- Replicó esgrimiendo una sonrisa de satisfacción- El Sr Agreste estará aquí en un minuto para explicarte todo.
¿Mi padre? Pensó el rubio, ahora más confundido de lo que estaba cuando entró ¿Él sabe que ella está aquí?
Entonces notó un detalle que había estado ignorando. Miró a Lila de pies a cabeza, sabía que había algo diferente en su apariencia cuando entró, sin embargo no había reparado hasta entonces lo similar que era el diseño de su ahora traje con el de Natalie. Desde los pantalones hasta su peinado, todo era exactamente igual a diferencia de un inexistente cuello de tortuga y sus colores usuales. Entonces temió lo peor.
-Adrien- Interrumpió sus pensamientos una voz grave. Levantó la vista para encontrar el rostro de su padre, un rostro frío pero que, de alguna forma, parecía albergar una leve y cínica sonrisa- Veo que ya conociste a la señorita Rossi, tu nueva asistente personal.
-La verdad ya nos conocíamos... Espera ¿¡Qué!? ¿A-asistente?- Exclamó abrumado.
-Así es. Debido a toda la conmoción que causaste con la ayuda de la joven Kagami, perdimos un muy importante trato con la familia Tsurugi, así que me pareció más que adecuado desde ahora en adelante tenerte bajo constante supervisión para evitar que atentes nuevamente contra los intereses de esta familia que, te guste o no, te acompañará hasta que te gradues.
-P-pero- Intentó protestar.
-No está demás recordarte que tienes estrictamente prohibido relacionarte con la familia Tsurugi, y que durante la semana deberás volver directamente después de tus actividades, a las que seguirás atendiendo- Prosiguió el adulto- La señorita Rossi te asistirá con tu nuevo horario y se encargará de hacer cumplir tus obligaciones. Sé que te sentirás más cómodo estando con alguien de tu misma edad, por lo que espero tu comprensión sabiendo que es una amiga tuya a quien contraté y no a un extraño.
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El día que robaste mi corazón (Adrinette) [Pausada]
Hayran KurguHabían pasado años desde que habían dejado de insistir en sus amores platónicos, agotados de tanto esperar y jamás ser correspondidos. Dieron vuelta la página y decidieron darle una oportunidad a quienes sí los querían para ser felices. Pero el dest...