• 𝙿𝚞𝚋𝚕𝚒𝚌𝚒𝚍𝚊𝚍 •

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Era la hora de la cena y sorprendentemente, Angel estaba en el hotel en lugar del trabajo. Parecía que se había vuelto más flexible su horario o tenía algunas horas libres, realmente no quiso explicar en detalle por qué andaba fuera del estudio y tan contento.

Alastor ni siquiera estaba poniendo atención a lo que sucedía en la mesa. Solo estudiaba su mano y meditaba al respecto.

La baja de almas le estaba afectando cada vez más. En los últimos días su vista se volvió borrosa en un par de ocasiones, en momentos inesperados se sentía terriblemente cansado y una repentina migraña le atacaba aunque solo duraba unos minutos.

El problema es que nunca había estado así. Jamás su ingesta de almas había disminuido tanto y le inquietaba que se corriera el rumor. Había muchos demonios molestos con él o que simplemente querían asesinarlo, y no dudarían en aprovechar su debilidad.
Se cubrió los ojos con ambas manos, pensando.

—... ¡Sería fantástico!

—Cariño, no creo que sea buena idea... —respondió Vaggie intentando que la princesa desistiera de su plan (que al parecer hablaron justo a un lado de él pero Alastor no escuchó nada por lo que no estaba enterado).

—Alastor. —llamó Charlie, captando su atención. El demonio bajó las manos antes de sonreír cordialmente, aunque Charlie pareció notar algo—. ¿Te sientes bien? —Alastor parpadeó sin comprender—. Es que no has comido mucho.

Vaggie revisó el plato, comprobando que estaba casi intacto.

—No tengo hambre. —se excusó—. ¿Qué me decías de tu plan?

—Eh, sí —respondió ella dejando el tema por la paz—. Han pasado tres meses desde que anunciamos el hotel en televisión. —el pelirrojo rió.

—Ohh, tu fiasco televisivo, ¿cómo olvidarlo?

—Ajá, —soltó minimizando el incidente—, pero no hay voluntarios más que ustedes y este lugar puede abastecer a muchos, muchos más, sobre todo antes del siguiente exterminio, así que estábamos considerando otro tipo de publicidad.

Alastor ladeó su cabeza aún sin saber a dónde quería llegar la rubia. Volteó al resto de la mesa, viendo como Nifty narraba algo a Husk y a Angel, quienes observaban atentos. ¿Esto no los involucraba a ellos? Volvió con la princesa, escuchándola.

—¿Qué tal si hacemos un show de magia?

¿Eh? Alastor no borró su sonrisa pero el resto de su semblante era de desconcierto. Charlie siguió hablando.

—A la gente le gusta la magia y no hay muchos en el infierno que tengan el dominio que tú tienes...

—Corazón. —interrumpió, logrando que guardara silencio al instante—. Yo hago vudú. No hay nada bonito ni mágico en el vudú. —enfatizó.

—¡Pero eres un hombre de espectáculos! —indicó Charlie con emoción— Tú presentas tu programa de radio y lo haces atractivo —luego añadió en voz baja—... a tu manera... —después regresó a su volumen regular—, ¡pero tienes una forma de impactar en la gente!

—Porque mato gente. —contestó parpadeando. Era como si Charlie hubiera olvidado toda su imagen e historia.

—Sí, pero tienes un espíritu de presentador, si haces actos de magia, las personas vendrán a vernos y se interesarán en nuestro proyecto. ¡Recordarán la ilusión de que cualquier cosa podría pasar! —argumentó con la misma esperanza con la que hablaba del arcoíris interno.

•|| 𝐏𝐫𝐢𝐬𝐦𝐚 ||• [𝚁𝚊𝚍𝚒𝚘𝚍𝚞𝚜𝚝]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora