• 𝙻𝚞𝚋𝚛𝚒𝚌𝚘 •

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06

[Lúbrico]

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Angel abrazó más fuerte a su cerdito mientras miraba la película en su infernófono, inspirando para no dejar salir sus mocos, aunque sus lágrimas ya habían humedecido sus mejillas.

—¡Estúpido Jack! ¡Los dos cabían en la tabla! —gritó llorando a la vez que señalaba con su mano libre, ya que la otra sostenía el aparatito.

No le gustaba admitir que veía películas románticas, era un gusto terriblemente culposo. La idea de que había alguien destinado para cada quien le hacía ilusión y era algo que no había experimentado de una manera muy alegre o pacífica.

En sus años de vida no tuvo romances por el trabajo en la mafia de su familia, además de que vivió gran parte de su vida rechazando su homosexualidad y en la época que le tocó vivir no había mucho partido ni por donde buscar. Así que el infierno fue como una segunda oportunidad, una en la que pudo conocerse, aceptarse y abrazar esa parte de él, explorar su sexualidad por completo, sobre todo en el trabajo que desempeñaba con Valentino, pero eso ya era otro tema.

Dedicarse al sexo tenía sus pros y contras; le gustaba su trabajo, vaya que sí, descubrir nuevas posturas, experimentar con lo inimaginable, atravesar nuevos límites y gozar de las sensaciones físicas al punto máximo. Sin embargo, estaba la otra cara de la moneda: compañeros de trabajo que no lo respetaban, que se sobrepasaran con él, la miserable paga que recibía, el abuso constante de su jefe, su dependencia a las drogas y sustancias embriagantes, el daño físico y psicológico que resultaba de todo.

El caos emocional.

Sentir que no era apreciado ni querido, que su cuerpo era lo único servible de él, lo único que realmente importaba, lo único que sus clientes deseaban.

Había tenido uno que otro seguidor empedernido, algún acosador exigiéndole más de lo que podía (y quería) dar, alguno que otro intentando seducirlo para tener pase libre a todas sus fantasías y más, había muchos ejemplos que eran peor de lo que podía soportar, pero ninguno había mostrado un genuino interés por conocerlo.

Una vez más se regañó por caer en el engaño de Alastor, ¿tan desesperado estaba? Su mente contestó un inmediato. Su cerdito lamió su mejilla, conmoviéndole, como si quisiera darle consuelo (y funcionaba). Lo miró con adoración mientras acariciaba sus orejitas.

—No te preocupes, Nuggs. Nadie volverá a engañar a papi jamás. —prometió con una amorosa sonrisa—. Mucho menos ese imbécil de Alastor.

Y como si lo hubiera invocado, una sombra apareció y el Demonio Radio hizo acto de presencia justo a un lado de su cama. Angel, al notarlo, dejó caer su teléfono y soltó un chillido, apretando a su mascota.

—¡Hola, mi lúbrico amigo! —saludó con su estática y alegre voz, extendiendo las manos al aire. Angel, al recuperarse del espanto se fijó en cierta palabra.

—¿Lúbrico? —nadie le había llamado así, no obstante, eso no impedía que se sintiera ofendido.

—Resbaladizo, impúdico, obsceno, lascivo, lujurioso... —enlistaba haciendo círculos con la mano—, en fin, ¡todo lo que te define! —resumió animado, ganándose una mirada llena de odio.

Alastor, al no recibir ninguna respuesta verbal, observó con más detenimiento al actor, percatándose de sus ligeras ropas (una camisa de tirantes, unos pantaloncillos cortísimos femeninos y unas medias largas rosadas) y los pañuelos usados en la cama. Entrecerró los ojos sintiendo su estómago revuelto al imaginar en qué los habría usado.

•|| 𝐏𝐫𝐢𝐬𝐦𝐚 ||• [𝚁𝚊𝚍𝚒𝚘𝚍𝚞𝚜𝚝]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora