• 𝙷𝚎𝚛𝚖𝚊𝚗𝚊 •

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03

[Hermana]

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Alastor jamás se arrepentía de sus decisiones, y menos aún, de sus palabras.

A excepción de esta vez: ¿En qué jodido momento se le ocurrió que esto sería fácil?

No tenía ni una semana dentro del Hotel Hazbin (sí, "Feliz" era demasiado cursi para un proyecto que por sí solo era cursi), y ese jovenzuelo ya lo tenía al borde del estrés. Si por él fuera, desde cuándo lo habría matado, sobre todo por aquel chistecito de bienvenida relacionado a él, su miembro y una actividad que empieza con F y que no quería continuar describiendo (¡felación, sí, era felación!). Con solo recordar su obscena sugerencia, su cuerpo entero se pasmaba.

Ese era el problema, el muchacho era en extremo... lascivo. Hablaba de sexo, bromeaba de sexo, respiraba sexo y sí, Alastor no era idiota, entendía que ese era su maldito trabajo, ¡pero no podía acercarse a él! ¡Le incomodaba! ¡No había una sola conversación en la que dijera algo NO relacionado al sexo o sugerencias sexuales! ¿Acaso no le importaba nada fuera del sexo? ¿Cómo iba a entablar una conversación si el idiota solo hablaba de hacer cosas con su pene?

Recargó su frente en un dedo, como si hundirlo con fuerza le ayudara a concentrarse. O a olvidar. Lo que sea que le hiciera sentir mejor.

No se había sentido tan acosado desde... desde... ¿Nunca? Ni siquiera recordaba haber sido acosado de esa manera en vida, no era especialmente atractivo y no le gustaba mucho ir a clubes nocturnos ni de esa índole. Por supuesto que sí había recibido alguna propuesta similar pero jamás le habían insistido tanto y tampoco le habían incomodado hasta ese punto.

Abrió los ojos al escuchar el vaso con licor frente a él. Levantó la mirada hacia Husk, quien le acercaba la botella con el resto de la bebida, como si entendiera que estaba pasando por algo a pesar de que él no le había dicho nada. Miró el vaso una vez más y lo bebió de un trago.

—No recuerdo la última vez que te vi tan jodido. —comentó cauteloso antes de tomar un vaso y limpiarlo con un trapo, no porque lo necesitara, sino porque no quería verse muy interesado.

Alastor rio cansado pasando el dedo por la orilla del vaso. No sabía si decirle a Husk que se metiera en sus asuntos o que se fuera a molestar a alguien más. Finalmente descartó las opciones y eligió una tercera.

—¿Hablas mucho con...? —no sabía cómo hablar de él, mas no necesitó especificar, el otro demonio se encogió de hombros.

—No realmente, pero no es tan mal chico. —defendió dejando de lado el trapo.

Alastor, que no había dejado su permanente sonrisa en ningún momento, alzó una ceja incrédulo. ¿Husk ya se había hecho amigo del actor? Se alejó un poco de la barra sin levantarse del asiento.

—No me digas que aceptaste...

—¡Claro que no, idiota! —chilló erizándose levemente—. Solo platicamos de cosas.

—¿Cómo cuáles? —insistió mientras su vaso era llenado de nuevo. No tenía nada en contra de Husk, pero no podía imaginarlo teniendo algo en común con... bueno, él.

—De cosas. —cortó algo avergonzado, confundiendo más a Alastor. ¿Por qué no le podía decir? ¿Componían poesía o qué?

—¿Cómo cuáles? —repitió tensando su sonrisa.

No sabía nada de Angel, eso no le ayudaba en absoluto y su sombra no había querido acercarse a él pero no por incomodidad, sino por diversión. Sí, a su puta sombra le divertía la incomodidad de Alastor. Perra traicionera.

•|| 𝐏𝐫𝐢𝐬𝐦𝐚 ||• [𝚁𝚊𝚍𝚒𝚘𝚍𝚞𝚜𝚝]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora