• 𝙰𝚖𝚘𝚛𝚎 𝚖𝚒𝚘 •

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🐽[Amore mio]💎

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Normalmente, no le habría dado importancia a las palabras de Niss, pero nunca lo había visto tan inquieto y ese pequeño detalle le hacía dudar. ¿Y si no estaba mintiendo?

La sombra parecía observarle con curiosidad. A diferencia de Alastor, Angel no podía entenderle, solo podía escuchar sus risas.

El portal se abrió revelando a Alastor, captando la atención de la araña.

-¿Ocurrió algo, bonbon?

Ante su voz, el italiano parpadeó, meditando. La conversación con Niss aún rondaba su mente, sin embargo, sacudió su cabeza y sonrió al ciervo.

-¿Qué tal si vamos a beber algo?

El Demonio Radio alzó una ceja, curioso.

-¿Ahora? Pensé que irías al trabajo.

Angel, con sus manos inferiores, jaló su saco, aproximándolo a su rostro.

-Cambio de planes. -sentenció con diversión antes de pasear sus dedos superiores por sus hombros y añadir-: Además, tenemos asuntos pendientes, ¿no lo crees?

El pelirrojo examinó sus irises y agudizó su sonrisa, pues no necesitaba preguntar a qué se refería.

Media hora más tarde, ambos estaban sentados frente a la barra. En ese club donde sucesos inolvidables habían ocurrido.

Esta vez, el bartender los miró desde el otro lado de su puesto, lejos y decidido a no acercarse hasta que le hablaran ellos. Se negaba a recibir otra advertencia, o peor: un castigo del Demonio Radio.

Angel miró su vaso con atención y masticó unos hielos, nervioso por ver al pelirrojo. Alastor, en cambio, colocó su mano sobre la de él y acarició su dorso con el pulgar.

-¿Estás bien, mon coeur?

La araña asintió. Cuando terminó de triturar los hielos, hizo una pregunta que Alastor ya esperaba.

-Así que... ¿ese beso fue un «sí, Angel, yo también quiero vomitar sentimientos» o fue para callarme?

El ciervo sopló una risa antes de beber. Cuando bajó su vaso, respondió sin mirarle.

-Sí.

-¿«Sí» qué? -presionó, intranquilo.

Quería escuchar esas palabras de sus propios labios, necesitaba confirmarlo para dejar de formar castillos en el aire.

Ni siquiera ahora podía creer lo que ocurrió entre ellos.

Horas atrás, Angel estaba remojándose en la bañera mientras controlaba su respiración y se calmaba en silencio.

Era extraño que se sintiera más seguro en esa ducha que en la del hotel, porque contra todo pronóstico, estaba en la casa de Alastor.

Tras varios intentos de bañarse en la ducha de su propia habitación, Angel había tenido una inquietud imposible de ignorar.

Miró a la puerta cerrada que daba al cuarto de Alastor, donde el demonio esperaba por si necesitaba algo más. Sonaba música tranquila, y de vez en cuando, Alastor tarareaba, como si quisiera recordarle que no lo había dejado solo.

•|| 𝐏𝐫𝐢𝐬𝐦𝐚 ||• [𝚁𝚊𝚍𝚒𝚘𝚍𝚞𝚜𝚝]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora