• 𝙿𝚛𝚘𝚕𝚘𝚐𝚘 •

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01

[Prólogo]

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Por muchos años, el Demonio Radio sembraba terror en el infierno las transmisiones de sus genocidios y los rumores de sus contratos, ganándose una fama de la que se sentía genuinamente orgulloso, no lo suficiente como para repetirlo en cada conversación, pero sí para divertirle la reacción de los otros al escuchar de él o simplemente notar su presencia.

¿Para qué negarlo? Disfrutaba cada pizca de su renombre, sin embargo había algo que podía hacer titubear esa tétrica sonrisa que siempre adornaba su rostro y eso era que le arruinaran un buen trato. No era la primera vez que algún entrometido asesinaba a su víctima antes de que el Demonio Radio pudiera jugar con ella, ilusionarla, reírse de su credulidad y torturarla lentamente antes de cobrar su paga. No obstante, había notado que un espectro en particular parecía perseguirlo con el único fin de arruinarle la diversión.

Oh, sabía perfectamente quién era ese estorboso insecto de pacotilla. Bufó tratando de mantener su sonrisa antes de girar hacia el demonio tras él, quien continuaba disparando al cadáver del suelo a pesar de que este yacía muerto minutos atrás. Incluso, partes de su cuerpo comenzaban a deshacerse en arena que flotaba y desaparecía entre la brisa*.

Y sí, hablando del rey de Roma, estaba haciéndolo una vez más: matando a otro de los desafortunados engañados del Demonio Radio. De cualquier forma, ¿cómo hacía para enterarse de quiénes eran y dónde encontrarlos? Es más, ¿por qué con sus víctimas? ¡Estaba harto! Forzó aún más su sonrisa ocultando su fastidio ante la risilla de este infame bellaco.

—Oh, Alastor, qué sorpresa.

El nombrado ladeó su rostro sin disminuir su sonrisa ni un poco.

—¿Te conozco?

El demonio de pelaje negro levantó una ceja sin creerle ni un poco. En cualquier momento, Alastor habría hecho explotar a ese idiota en miles de trozos, sin embargo ya lo había intentado otras veces y nunca lograba dañarlo porque su recuperación era extraordinariamente rápida. En tantos años no le había hecho ni un triste rasguño que durara más de dos minutos. ¿Por qué? No entendía cómo a pesar de arrancarle los brazos, éstos volvían a crecer. Eso no ocurría con ningún otro demonio, una vez que perdían un miembro no lo volvían a recuperar.

—Oh, vamos, soy Arackniss, hijo de Henroin, el jefe de mafia, ¿no te suena?

—Si me preocupara, lo habría preguntado.

—¿Sí? ¿Así como lo has estado haciendo por mis puntos débiles? Te creía alguien más discreto, Alastor. —contestó con sorna. Internamente, el Demonio Radio se regañó por su descuido.

—Ojalá supiera de lo que me estás hablando. —el demonio arácnido frente a él rió un poco antes de cruzar sus brazos.

—¿Sabes? Puedes destruir el infierno entero, eliminar e interrogar a cada inútil ser y jamás encontrarás ni una sola debilidad en mí.

—Qué curioso que tengas que enfatizarlo tanto. —repuso, comentario que no agradó mucho al otro por su evidente mueca.

—Escucha, deja de investigarme o le diré a mi padre.

—¿Ahora necesitas de tu papi para defenderte? —se burló ensanchando aún más su sonrisa. Arackniss, perdiendo la paciencia, bufó airado.

—¡No lo necesito! ¡Lo digo en serio! —renegó alzando la voz mientras apretaba sus seis puños.

—¿Estás seguro de eso? —picó alzando ambas cejas con mofa.

—¡Sí, estoy seguro! ¡Por algo escondí mi prisma, imbécil!

¿Prisma? Repitió Alastor en silencio sin entender a qué se refería. Jamás había escuchado esa palabra y al parecer, era un dato importante, ya que Arackniss en cuanto terminó la frase jadeó con sorpresa y luego carraspeó, como si con eso pudiera esconder su error.

—¿Decías? —dijo Alastor sin esconder que le divertía la escena.

—Necesitas mucho más que eso para estar cerca de matarme. —explicó antes de volver a sonreír—. Buena suerte, imbécil. —se despidió antes de dar un salto que le hizo llegar al techo del edificio y desaparecer.

Por el contrario, aquella palabra no hizo más que repetirse en su mente, así que sin moverse, invocó a su sombra y ésta salió detrás de su espalda con una siniestra sonrisa.

—Ya lo escuchaste.

No necesitó más. La sombra mostró aún más sus filosos dientes y obedeció las implícitas órdenes.

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1. Realmente no sé cómo mueren los demonios en el mundo de Vivziepop, así que le agregué ese detalle como el polvo que se vuela por el aire. Feeehn.

Gracias por leer, nos vemos en el siguiente capítulo ^^♥

Besos y abrazos psicológicos,

Atte. Hacchi♥!

•|| 𝐏𝐫𝐢𝐬𝐦𝐚 ||• [𝚁𝚊𝚍𝚒𝚘𝚍𝚞𝚜𝚝]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora