•|| 𝐏𝐫𝐢𝐬𝐦𝐚 ||• [𝚁𝚊𝚍𝚒𝚘𝚍𝚞𝚜𝚝]

• 𝙿𝚘𝚕𝚟𝚘 𝚍𝚎 𝙰𝚗𝚐𝚎𝚕 •

30

🐽[Polvo de Angel*]💎

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Angel tenía una relación dependiente con las drogas, en especial, el polvo de ángel.

Había crecido en una mafia peligrosa y desde muy pequeño había sido expuesto a situaciones de riesgo: amenazas, secuestros, peleas, asesinatos, tiroteos. Su madre había muerto en uno por culpa de una bala perdida cuando él tenía dieciséis.

¿Por qué había tanta gente persiguiéndolos? ¿Por qué peleaban? ¿Por qué mataban? ¿Por qué lo raptaban? ¿Qué tenía de especial ese polvo blanco que tanto querían robar?

Así que una vez lo probó: era apenas una fina capa de polvo en la yema de su índice y lo pasó por su lengua.

Sabía horrible, pero ese fue el inicio a un vórtice que jamás se detendría, mucho menos en el infierno. Al contrario: su dependencia aumentaría cada vez más.

Como ese día.

Si bien, había convencido a Alastor para que jugara (y así escaparse), encontrarse con Arackniss había arruinado su huida. Justo después de sacar una bolsita de la máquina expendedora, corrió al callejón más cercano y se escondió dispuesto a tomar una pequeña dosis que mejorara su buen humor.

Antes de siquiera abrirla, una voz le interrumpió.

—¿Por qué no me sorprende verte escondido como la cucaracha que eres?

El actor no disimuló el hastío en su rostro antes de voltear al techo del edificio contiguo. No necesitaba verlo para saber a quién pertenecía esa amarga y quejumbrosa voz.

—Arañas, Niss, somos arañas. No puedo creer que no distingas arañas de cucarachas.

Su hermano saltó y aterrizó unos par de metros frente a él, antes de cruzar sus brazos y soltar una risa perezosa.

—Espero que Valentino te esté pagando bien, porque de comediante no sobrevivirías.

Angel forzó aun más su mueca.

—Y hablando de él... —contestó marcando una pausa mientras guardaba su bolsa en el interior de su suéter rosado—, no deberías estar aquí y lo sabes.

Su hermano sonrió.

—No te preocupes, acabo de verlo y justamente me estaba diciendo que no has ido a trabajar estos días. —comentó con fingida naturalidad, como si recordara ese detalle de la nada, sabiendo el efecto que causaría en el otro, quien apretó la mandíbula—. Qué curioso, ¿no?

Angel no contestó. No tenía ganas de lidiar con eso. (Ni con él).

»Me pregunto qué castigo te dará cuando te vea, —añadió actuando como si reflexionara—. ¿Te dirá que trabajes sin paga? ¿Alguna escena donde tenga que amarrarte?

El actor cruzó sus brazos también al sentir un escalofrío, maldiciendo que mencionara algo tan personal.

»O tal vez simplemente te arranque las piernas, no lo sé.

—¿Qué fuiste a decirle? —soltó con molestia sin dejar que el otro terminara de hablar.

—Nada importante. —evadió volteando a otro lado.

Si tenía que ir directamente con Val, era porque se trataba de un asunto delicado o urgente, así que sí: sí lo era.

—¿Arruinaste otro negocio o algo así? A Val no le gustan los inútiles.