•|| 𝐏𝐫𝐢𝐬𝐦𝐚 ||• [𝚁𝚊𝚍𝚒𝚘𝚍𝚞𝚜𝚝]

• 𝙰𝚕𝚝𝚎𝚛𝚗𝚊𝚝𝚒𝚟𝚊 •

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[Alternativa]

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Alastor presumía muchas cosas: su total autocontrol, su sonrisa, su carisma, su paciencia (que recientemente ya no parecía ser ilimitada como antes) y no menos importante, su falta de sueño. Él no necesitaba dormir debido a su gran poder. Sin embargo, las últimas semanas había estado tan agotado y somnoliento que no se reconocía a sí mismo.

Pudo disimularlo con éxito en algunas ocasiones, pero en otras había fracasado, como la vez que Charlie propuso el show de magia o cuando le destruyó el infernófono a Angel.

Su punto de quiebre había sido, precisamente, la noche con la araña cuando consumieron PCP, tan solo tres días antes.

Recién terminó su transmisión, por lo que aún estaba en su estación de radio, recostado sobre el sofá mientras jugueteaba con su micrófono, repasando las escasas memorias que tenía de esa velada.

No podía evitar la sensación de que algo se le escapaba, no solo aquellos espacios en blanco que no podía rellenar, sino también los sonidos que había escuchado en su inconsciencia.

¿De dónde venían? ¿Qué eran?

La expresión avergonzada de Angel desfiló por su mente. Algo le estaba ocultando. Llevado por la curiosidad, conectó su micrófono cíclope a la estación utilizando magia y escuchó las grabaciones de esa noche como lo haría con una transmisión.

Conversaciones torpes y sin sentido, preguntas con respuestas incoherentes, metáforas ridículas y más situaciones que, aunque eran irrelevantes, le sacaron una risa distraída. Como si pudiera imaginar al actor diciendo todo eso.

Entonces llegó a una parte que no supo de qué manera interpretar: suspiros, gemidos, tela moviéndose... muy similar a los sonidos que recordaba. ¿Sería eso?

La voz de Angel detuvo lo que sea que estuvieran haciendo.

«¿... Te habrías acostado conmigo... si no estuvieras drogado?», preguntó la araña con un tono dolido, triste, revelando que aquella duda significaba mucho más de lo que aparentaba.

Tardó siete segundos en percatarse de que no le desagradaba la idea (al menos, no por completo). Los jadeos de Angel eran... y la forma en que pronunciaba su nombre... y el modo en que le miraba... le intrigaba. No solo eso, le provocaba de un modo que no podía definir.

Como el baile en el escenario del club. La forma en que Angel caminaba con ese deje seductor, el modo en que sonreía mordiendo sus labios con sensualidad, la fluidez de sus movimientos, la intensidad de sus ojos conectándose con los suyos.

Tragó duro. No había querido pensar en ese espectáculo: le distraía y le confundía.

Volteó hacia su sombra, que reía con burla, leyendo su nerviosismo y el motivo de ello.

«... No puedes tomar decisiones en este momento... Y no voy a hacerte nada sin asegurarme... de que estás seguro de esto y de que quieres esto».

La seguridad de Angel era contundente a pesar de su intoxicación. Sus palabras dejaban en claro sus convicciones y por un breve momento, pensó en su situación con el proxeneta.