Jay no necesitaba demasiadas razones para creer que su vida no valía tanto como pensaba, y eso se debía a la presión que sentía por todos lados. En la escuela le iba mal, su casa era un desastre porque su padre le exigía cientos de cosas que ni siquiera estaba en posición de pedir.
Simplemente, se sentía del asco trabajar y estudiar al mismo tiempo para tratar de mantener algo que nunca pudo ser establecido.
Sus diecisiete años apestaban.
Sentía en su cuerpo la sangre hervirle, sus extremidades tensarse, el cerebro congelarse; a veces su mayor sueño era poder saltar, de una vez por todas, ese puente en el que siempre permanece sentado después de un agotador día de trabajo. Sus pupilas se dilataban cada vez que escucha el agua fluir intensamente debajo de sus pies, las puntas de los dedos le cosquilleaban y su corazón latía fuerte en su pecho.
Jay no tenía la valentía de saltar.
—¡Oye, tú!
La ciudad estaba en silencio, completo silencio, solamente se podía apreciar en aquella noche el ruido de sus pensamientos alborotar su cabeza y desordenando el tiempo. No fue hasta que una voz detuvo cada articulación nerviosa que molestaba a su cuerpo y lo obligó a voltear. Jay no respondió nada, no le apetecía hablar cuando había ido hasta allí para buscar paz, mucho menos si se trataba de un extraño.
Los ojos adversos lo observaban asustadizo, odiaba esa clase de mirada.
—¿Q-Qué haces ahí? —volvió a decir aquel chico, acercando más sus pasos de los que debería. Él continuaba sin devolver una respuesta. —¿Ibas a... a saltar?
—No te incumbe. —Jay finalmente dijo mientras regresaba su vista al frente, quitó de su boca el dulce que comía mientras contemplaba la nada, para luego comenzar a balancear sus pies de atrás hacia delante despreocupado, de esa forma alterando al chico que estaba demasiado atento a cada cosa que hacía.
—No- No saltes.
—Solo estoy sentado. —soltó un bufido, arrugando su nariz mirando el aburrido color de sus zapatillas. —Todavía no soy capaz de saltar. —agregó en un susurro.
—¿Necesitas ayuda?
—¿En qué?
—Como estás allí, supongo que no la estás pasando bien. —la voz del chico se oía cada vez más cerca, sin embargo, Jay estaba negado a verle el rostro. —Soy Jungwon, ¿cuál es tu nombre?
—Jay.
—Bien. Entonces, Jay, ahora que nos conocemos, ¿podrías bajar de ahí, por favor? —Jungwon pidió bastante desesperado. Desde que sus ojos se posaron en la distancia sobre ese rubio sentado en el barandal del puente, estaba comprometido a que si le sucedía algo, él se iba a ver envuelto en una eterna culpa.
—¿Por qué? —Jay preguntó en un tono irritado. No volteaba hacia aquel chico porque no deseaba ver sus ojos asustados y preocupados, ¿por qué diablos un desconocido se pararía en medio de la noche a ofrecerle su compasión cuando ni siquiera había planeado saltar al vacío?
—Porque un chico como tú no debería estar allí.
—¿Y a qué te refieres a un chico como yo?
—Un chico joven. —respondió Jungwon. Jay entornó sus ojos. —Por favor.
El rubio se quedó meditando, ¿por qué tendría que obedecer? Tan solo era alguien que pasaba por ahí sin mucha importancia, habría sido mejor si Jungwon hubiera hecho la vista gorda desde el principio.
Jay se giró lentamente luego de que pasaron unos segundos donde se fundió en sus pensamientos, los ojos de Jungwon continuaban fijos en él esperando una respuesta concreta de su parte; sin embargo, no la tenía.
—De todos modos, ¿qué haces tú aquí a esta hora? —Jay cambió el rumbo de la conversación. —¿Qué te hizo llegar aquí de pie? Es un puente transitado.
—Es la ruta que tomo para irme a casa. —respondió Jungwon. —¿Tú qué haces aquí?
—Estaba trabajando. —hizo una mueca. —Me queda de camino a casa también.
—¿Por qué no vamos juntos? Te acompaño. —Jungwon volvió a intentar que Jay se bajara del barandal, lo estaba poniendo nervioso que sus pies estén colgando en el aire y su vida esté dependiendo del maldito equilibrio. —¿Quieres?
—Eres un extraño.
—No lo soy, sabes mi nombre.
Jay, sin mucho por acotar, opta por finalmente pisar el suelo de nuevo. Jungwon se puso detrás de él para tenderle una mano y así ayudarlo a cruzar, no fue hasta que Jay se resbaló cuando sus pies pisaron el barandal y accidentalmente cayó sobre el pequeño cuerpo adverso. Aunque, si Jungwon lo pensaba mejor, era preferible que cayera sobre él a que del otro lado donde fácilmente podría quitarse la vida.
—¿Estás bien, Jay? —preguntó el castaño tocando levemente la espalda adversa, ya que no se había levantado como naturalmente lo haría una persona normal. —¿Te hiciste daño?
Jay, luego de oír lo último, colocó sus manos en los costados de la cabeza de Jungwon y elevó su cuerpo para no continuar aplastandolo. El chico tenía otra vez esa mirada en sus ojos, unos ojos que expresaban una enorme preocupación hacia él. Ahora era Jay quien lo observaba fijamente, sin pestañear, intentando comprender el motivo por el cual su corazón latía frenéticamente como si hubiera corrido una maratón.
¿Por qué los ojos de Jungwon eran tan grandes y, aún si no estuviera cerca, se podía apreciar el brillo intenso que poseían?
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los amo a estos dos pibes chau
espero que les guste!
kdl-
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𝙎𝙐𝘾𝙃 𝙄𝘿𝙄𝙊𝙏 ཻུ
Fanfiction𝐉𝐀𝐘𝐖𝐎𝐍┃❝Donde a Jay le importa un carajo la vida, y es Jungwon quien le hace cambiar de parecer cuando se cruza con él en un puente a media noche.❞ [PRIMERA Y SEGUNDA PARTE] ·highest ranking: * #1 en jaywon. * #10 en enhypen. [no a...