capítulo #13: blood

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Era complicado saber si se sentía a punto de desmayarse o medio muerto, la sangre que se deslizaba miserablemente por sus labios quemaba, pero incluso si intentaba levantarse del suelo y correr para defender su vida, el dolor punzante en su estóma...

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Era complicado saber si se sentía a punto de desmayarse o medio muerto, la sangre que se deslizaba miserablemente por sus labios quemaba, pero incluso si intentaba levantarse del suelo y correr para defender su vida, el dolor punzante en su estómago era un gran estorbo que no se lo permitía. Sus ojos picaban a causa de que contenía fuertemente sus lágrimas, el aire que soltaba no regresaba normalmente a sus pulmones, y su cuerpo estaba tumbado en el suelo, cumpliendo el papel de un saco repleto de mierda que su padre podía patear libremente.

—¿De verdad pensaste que sólo podrías irte y ya? ¿Qué todos los problemas desaparecerían por arte de magia, mocoso? —el hombre se detuvo para poder escupir por algún lado de la casa. —Más importante, ¿creíste que abandonarme sería tan fácil, Jay? Encontrarte, de hecho, fue fácil. Los idiotas jamás piensan con inteligencia.

Jay, a pesar de que tuviera todas las ganas del mundo para responder, no podía. No tenía la energía suficiente para hacerlo.

—Te he dado un techo donde vivir, ¿y de ésta forma me pagas? ¿Huyendo? —Park se colocó de cuclillas frente al cuerpo moribundo, para tomar de los cabellos rubios y estirarlos. Jay contenía una mirada llena de odio, a lo que él rió. —Siempre me haces reír, mocoso. Deberías considerar un poco más tu vida, ¿acaso la desprecias tanto? En su lugar, tendrías que estar agradecido de que no sea yo quien acabe con ella.

—Ya... Ya te di el d-dinero —espetó Jay cuando el alma le volvió al cuerpo. —Ahora, su-suéltame.

—¡Oh, sabías hablar! Creí que te habías tragado tu lengua. —lo soltó bruscamente, provocando que Jay sintiera más dolor del que ya tiene. —Escucha, no-

Dos toques interrumpieron a la voz de su padre, sus ojos se clavaron directamente a la puerta preguntándose quién demonios era a esa hora, hasta que oyó una voz aclamar su nombre.

—¿Hola? ¿Señor Park?

En ese momento Jay sintió el más terrible miedo, aquella dulce voz no podía estar detrás de esa maldita puerta. El hombre se levantó dirigiendo sus pasos hacia donde la voz de Jungwon continuaba llamando insistentemente. Jay quería gritar, gritar que corriera, que se vaya, que no regresara ni lo buscara.

—Hola. ¿En qué puedo ayudarte? —el señor Park preguntó en un tono que Jay desconocía.

—Soy Jungwon, un amigo de Jay. ¿Él está aquí? —el menor sonrió tratando de ser convincente, el rostro inexpresivo del señor le causaba escalofríos. Lucía desalineado y agitado, implantando en él intriga.

—Él se fue hace un rato.

—¿En serio? —enarcó una ceja. —Él y yo nos hubiéramos cruzado, señor Park. ¿Se fue hacia otro sitio?

—No tengo idea, niño. Ve a buscarlo tu mismo.

El hombre cerró la puerta en sus narices justo cuando él estaba decidido a responderle devuelta. Se llevó un gran susto por el portazo, incluso dio un pequeño salto, pero tenía que admitir que había algo raro en todo esto. Sus ojos habían captado intencionalmente que en la entrada se hallaban unos pares de zapatos peculiares, lo que le dejaba inconforme con que si Jay estaba en casa o no.

Instantáneamente, para aclarar sus dudas, rodeó la casa para subir hacia la ventana de Jay. Sus ojos se encontraron con la desgracia de que la cerca y las enredaderas estaban rotas, hechas miles de pedazos, a lo que su corazón comenzó a latir desesperadamente en su pecho. Buscó otra alternativa, debía pensar con inteligencia si quería entrar a esa casa y saber si Jay estaba allí, lo que era muy probable dado que la luz de su habitación estaba encendida.

Regresó sus pasos hacia la entrada principal, y apoyó su oreja en la madera para estar seguro de lo que iba a hacer.

¿Que no lo lastime? ¿Ahora eres maricón? Lo que me faltaba....

—¿Cuidar de alguien es ser marica para ti? Y luego el absurdo soy yo.

—¿Aún tienes aliento para contestarme, mocoso? Ya verás-

Jungwon se asustó por lo que sus oídos escuchaban, y su cuerpo actuó tocando la puerta nuevamente, pero más exagerado que la vez anterior. Sus pies no se movían de su lugar, a pesar de que el pánico lo estuviera consumiendo, incluso si se rogaba así mismo, no iba a salir de ahí. La puerta se abrió, dejando ver al señor Park enojado.

—¿Tu otra vez? ¡Te dije q-

A Jungwon le importó una mierda lo que el hombre dijo y entró a la casa empujando su pesado cuerpo, no supo cómo lo hizo ni con qué fuerza, pero pudo ingresar a aquella habitación. Lucía espantoso, como si se tratara de una casa de terror, hasta que sus ojos cayeron sobre el cuerpo de pie de Jay que estaba recargado en una pared. Jungwon pudo sentir sus ojos cristalizarse al ver cómo el rostro de Jay sangraba.

—¡Jay! —exclamó el menor mientras corría hacia él, la desesperación la tenía a flor de piel, y verlo de cerca no ayudó en lo absoluto. Jungwon tomó con sus manos temblorosas las mejillas rojas del rubio. Jay tenía sus ojos acuosos, al igual que los suyos. —¿Po-por qué viniste solo? ¿Eh?

—Jungwon. —susurra, los cortes en sus labios no le permitía decir mucho. —No tendrías que haber venido. Vete, déjame, huye.

—¿Te volviste loco? ¡No, no me iré!

—Por fav-

—¡No, Jay! Si me voy, tiene que ser cont-

¡Papá! ¡No!

Jungwon abrió sus ojos en demasía cuando Jay lo atrapó en sus brazos e hizo que giraran, intercambiando de lugar. El sonido del vidrio romperse fue lo siguiente que se escuchó, el cuerpo del rubio tembló ante el impacto y el menor pudo sentir su peso segundos después. La cabeza de Jay cayó en sus hombros, mientras que el resto de su cuerpo intentaba mantenerse de pie.

—J-Jay... —Jungwon llamó sacudiéndolo, sin embargo, no obtuvo respuesta de su parte. —¡Jay, respóndeme!

El pelinegro, sin aguantar un segundo más, se derrumbó en el suelo sujetando al extranjero desde la nuca para recostarlo, los ojos de Jay estaban cerrados, su piel había empalidecido totalmente, y la sangre ya no brotaba de sus labios, si no que de su cabeza. Jungwon miró su mano y ésta contenía ese líquido espeso, allí fue cuando comenzó su ataque de pánico.

—Jay, despierta —susurró el pelinegro con la tristeza apoderándose de él, permitiendo que las primeras lágrimas brotaran de sus ojos. Colocó ambas manos alrededor de la mandíbula del rubio mientras lloraba sin consuelo, la sangre manchó donde sea que Jungwon tocara, entonces acarició suavemente con la yema de sus dedos las mejillas ahora frías del chico que estaba profundamente enamorado. —Por favor, despierta. ¡No puedes dejarme!

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hola! hay alguien leyendo? o.O

no wa a mentir, la escritora llora con lo que escribe, una llorona y sensible :p

espero que les guste!

kdl<3

𝙎𝙐𝘾𝙃 𝙄𝘿𝙄𝙊𝙏 ཻུDonde viven las historias. Descúbrelo ahora