capítulo #6: you'll be fine

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Jay no sabía qué hacer

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Jay no sabía qué hacer. Estaba encerrado en el cuarto de baño intentando conservar la calma, su corazón latía fuertemente en su pecho pidiendo un poco de paz. Estar en su propia casa no era seguro ni sano para él, y mucho menos con aquel hombre ahí afuera.

Jay no se sentía bien mentalmente, en su cabeza habían tantas cosas que lo atormentan, que a veces le daban ganas de correr hacia una pared y no parar hasta atravesarla o que su cabeza se rompiera. Necesitaba irse de allí urgentemente, o de lo contrario cosas malas ocurrirían.

Abrió la puerta lentamente para no hacer ningún tipo de ruido y ser descubierto, sacó su cabeza mirando hacia ambos lados cerciorándose de que su padre no estuviera ahí, y salió a pasos cautelosos. Se dirigió a su habitación y se encerró allí colocando el pestillo. De entre sus cosas, buscó una mochila, y en ella guardó todo lo necesario, después de pensar que no faltaba nada, la subió en su espalda. Posteriormente, salió por la ventana. Bajó con cuidado pisando el tejado hasta llegar a una enredadera sujetada a la pared, eso lo usaba como escalera. Al tocar el suelo con ambos pies, fue casi corriendo rumbo a quién sabe dónde.

Jay creía haber llegado a su límite, tanto mental como físico, su padre se había pasado de la raya y eso era algo que jamás le iba a perdonar. Jay no quería verlo nunca más en su vida.

Sus pies lo conducían por el puente que cruzaría sin mirar al más allá, ya que si se dejaba llevar por el paisaje y la altura, probablemente, no lo dudaría mád.

Sujetaba con fuerza las asas de su mochila mientras su vista estaba clavada en el suelo. Sus ojos de repente comenzaron a aguarse, imposibilitando que pudiera ver con claridad y sus pies caminaran torpemente, las piernas le flaqueaban y sentía como si una enorme roca estuviera haciendo peso sobre sus hombros. Jay se preguntaba qué le estaba sucediendo a su cuerpo, por qué de repente se sentía débil.

¡Jay!

El mencionado alzó la cabeza cuando escuchó su nombre ser pronunciado con ímpetu, sus ojos captaron a Jungwon corriendo en su dirección muy animado; pero el rubio estaba a punto de colapsar.

—¿A dónde vas? —pregunta Jungwon ni bien había visto la mochila de Jay. Sin embargo, el adverso no respondió. El menor lo observaba detenidamente, los ojos del rubio lucían cansados y perdidos, y no parecían estar prestándoles atención—¿Está todo bien?

—No... Yo-

Las palabras del rubio quedaron flotando en el aire cuando no pudo soportar su propio peso y se desplomó en el suelo. Jungwon, quien estaba presenciando aquella tragedia en cámara lenta, sostuvo la cabeza de Jay y cayó de rodillas junto a él. Un escalofrío recorrió por todo su cuerpo cuando al sacudir el cuerpo de Jay, este no reaccionaba.

—¿Q-Qué te p-pasa? —Jungwon palmeaba su mejilla repetidas veces, aún sabiendo que de esa forma no iba a despertar, pero estaba entrando en pánico por no saber qué hacer.—Jay... —chilló.

—Gracias por ayudarme Jake, no sabía qué hacer

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—Gracias por ayudarme Jake, no sabía qué hacer. —agradecía Jungwon mientras tenía sus ojos posados en el cuerpo aún desmayado. Su mejor amigo había sido su primera y mejor idea cuando su mente de repente se bloqueó. Gracias a él, ahora estaban en la casa de Jake, ya que quedaba más cerca de donde estaban.

—De nada, amigo. —respondió el australiano.

¿Quién es él?

—¡Niki, te dije que no entraras! —Jake exclamó. Niki era el hermano menor del australiano.

—¡Están en el living, es obvio que voy a entrar! —respondió Niki en el mismo tono que su mayor. —Hola, Jungwon.

—Hola, Niki. —devolvió Won el saludo.

—Vete a tu habitación. —ordenó Jake apuntando las escaleras. El menor entornó sus ojos. —¡Y si vuelves a bajar me encargaré de que-

—¡Shim Jake! —interrumpió Jungwon, a lo que el mencionado calló en un instante. —Es suficiente, amigo. Creo que ya entendió.

—Pero-

—Déjalo ir.

—Bien, pero me debes una comida entonces.

—Si, por supuesto. —el pelinegro rió, Jake era tan cambiante. —Cuando Jay despierte, nos iremos.

—No, está bien Jungwonie, pueden quedarse. —él le brindó una cálida sonrisa para calmar el nerviosismo que, si bien el pelinegro no lo demostraba, sabía que lo estaba. —Hay espacio. Cualquier cosa, lo rajamos a Niki.

—¡Te escuché, soquete!

—¡¿Qué no tienes educación?! —el australiano volteó hacia las escaleras, encontrándose con que su hermano estaba en el anteúltimo escalón de la subida. —¿Por qué escuchas conversaciones ajenas?

—Quién me habrá enseñado, ¿no? —Niki le sacó la lengua.

—¡Mocoso!

Jake se paró del sofá y salió corriendo en dirección al menor, dejándolos solos. Jungwon tenía una sonrisa en sus labios por ver a los dos hermanos pelear, pero se fue esfumando lentamente cuando observó a Jay aún con los ojos cerrados. Movió su mano con cuidado y acarició suavemente la mejilla donde había sido golpeado por el señor Park, recordar que le contó eso le daba mucha impotencia, ver cuán decaído estaba el espíritu de Jay cuando lo visitó la otra noche, le daba rabia. Luego, deslizó sus dedos hacia aquellos cabellos dorados para brindarle caricias allí también.

—Estarás bien, Jay. —susurró.



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¡espero que les guste!

kdl-

𝙎𝙐𝘾𝙃 𝙄𝘿𝙄𝙊𝙏 ཻུDonde viven las historias. Descúbrelo ahora