𝙎𝙐𝘾𝙃 𝙄𝘿𝙄𝙊𝙏 ཻུ

epílogo.

Jungwon y Jay no eran la pareja ejemplar como todos estaban esperando. Su relación era mucho más que esas entrometidas expectativas. A pesar de que apenas transcurrieron unos meses, las cosas iban marchando bastante bien. Ambos iban a la escuela todavía, y Jay tenía que trabajar una vez salía del instituto. A veces tenían tiempo para el otro, a veces no, pero siempre se extrañaban y eso era lo que más importaba hasta el momento. Por supuesto que, como toda pareja, tuvieron una que otra discusión, por lo más tonto que podía existir, pero no había mejor solución que un abrazo para perdonarse mutuamente.

De igual forma, recientemente ocurría algo extraño entre ellos, algo que en ocasiones a Jay le colocaba los cabellos de punta y provocaba que —a veces— se le cruzaran los cables.

Por otro lado estaban Sunghoon y Jake, quienes hasta el momento mantenían una buena química en el aire. Eran envidiables. Incluso Niki, quien se supone debería estar enfocado más en el estudio ya que por andar enamorado no le iba bien, deseaba tener algún día una relación como aquellos dos. Heeseung y Sunoo eran los peores, porque ambos sentían algo por alguien, pero no lo decían porque no estaban completamente seguros de sus sentimientos, y, por sobre todo, sentían miedo. Se acobardaban de solo pensar que podían ser rechazados.

—¡Está ahí, está ahí, está ahí! —gritaba eufórico Niki a la vez que apuntaba el suelo desde la encimera de la cocina.

—¿Dónde? ¡No la veo! —respondió de la misma forma Heeseung, quien estaba arriba del sofá con Sunghoon.

—¡Que alguien la mate! —lloriqueo Jungwon mientras se ocultaba detrás de la espalda de Jake, el mayor era su escudo. Ellos estaban en el otro sofá.

—¿Bromeas? ¡Si me acerco es muy probable que la maldita me salte encima! —protestó Seung.

—¡No importa! ¡Alguien se tiene que sacrificar!

Luego de que Sunoo haya dicho, es como si la única neurona que tenían se hubiera conectado telepáticamente con las demás, llevándolos a pensar en la misma cosa. Los seis chicos voltearon a ver al japonés, quien francamente se esperaba que sus mayores lo sacrificaran a él antes que sus propios traseros. Negó rotundamente el menor.

—¡Ni lo sueñen! ¡Jay y Sunoo están más cerca! —se excusó Niki.

—¿Estás pidiendo que apueste mi vida por atrapar a una araña? —el de mejillas regordetas preguntó dramatizando. —¡Prefiero casarme con Jay que ya suena a un castigo eterno!

—¡Oye! —el mencionado lo miró ofendido. —Lo dices de esa forma cuando te estás cubriendo conmigo.

—¡Sólo mátenla! —Jake intervino, estaba tratando de no perder el equilibrio sobre el sofá, ya que él y Jungwon podrían caerse.

—Chicos... —balbuceó Niki.

—¡Es fácil decirlo! ¿Por qué mejor no bajas tú de ahí y la matas?