capítulo 45.2: i need a diamond ring

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La espera se hacía larga

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La espera se hacía larga. Jungwon ya había mordido casi todas sus uñas y se sentía mal porque había abandonado ese hábito; que Jay aún no moviera un solo cabello lo obligaba a retomarlo. Se le hacía eterno.

Había dormido un poco apenas, quizás unas dos horas y media. La espalda le dolía por haber estado en aquella posición, pero es que no podía soltar la mano de su novio porque sentía que si lo hacía lo perdería para siempre, aunque era tonto ya que en unos días él injustamente partiría de este mundo para siempre.

Se sentía perdido mirando el rostro de Jay. Ver su pecho y saber que respira lo inquieta. ¿Por qué todavía no despierta?

—¿Fue un tiempo muy difícil para ti, no? —la vocecita de Won apenas se oía, apenas se escuchó así mismo. —Te extraño.

Sabía que hablarle no ayudaría en nada ahora, pero intentarlo le daba esperanza de que en algún momento, tal vez, él le respondería.

Jungwon estaba entendiendo la ola de sentimientos que uno experimenta al ver a la persona que amas en ese estado. Quizás Jay sintió lo mismo cuando él estuvo en coma en aquel tiempo, el mal sabor que queda en la boca de que pasen las horas sin recibir ningún resultado.

Jungwon no hallaba ese algo que pudiese explicar porqué tenían que ser ellos, el hombre al que está destinado a amar por siempre y también a perderlo para siempre.

Es como si estuvieran bendecidos y maldecidos a la vez: bendecidos por ser afortunados en amarse incondicionalmente y maldecidos por estar condenados a separarse.

Pensar en que Jay ya no estaría entre sus brazos para actuar como un niño, para mimarlo, que él lloriquee porque quiere más besitos, que le enseñe sus hoyuelos y nunca se canse de decir que son hermosos; Jungwon perdería el alma.

El corazón del menor comenzó a latir con velocidad cuando sintió que su mano estaba siendo apretada de a poco por el adverso. No sabía si sonreír, llorar, gritar o vomitar de los nervios. Los ojitos de Jay se movían lentamente hasta que se abrieron sin ganas. Jungwon no sabía qué decir.

Agua...

La garganta rasposa de Jay exigía agua. El menor se levantó de su silla y fue del otro lado de la camilla a servir el líquido en un vaso. Se lo dio de beber con sumo cuidado hasta que ni una sola gota quedase. Lo miró esperando a que dijera algo. A Jungwon se le habían borrado todas las palabras de la mente. Pero Jay no lo miraba.

—Ya... Ya lo sabes, ¿no es así? —su voz, nunca había echado tanto de menos su voz. Jungwon asintió sabiendo que de alguna manera él podría adivinar su gesto.

—Me lo dijo Sunoo. —sus manos se encontraron y el rubio no soportó evadirlo. —Por más que lo piense demasiado se me es difícil creerlo. No te das una idea de lo feliz que estoy de volver a escucharte.

Jay apretó la mano del menor antes de hablar.

—Lo siento, lo siento tanto, yo- yo iba a decírtelo, pero... no encontré cómo. —su voz nunca había sonado de aquella manera, como si fuera a romperse en cualquier momento. —Estaba asustado de qué pudo haber ocurrido si yo te lo decía, quizás ya no tendrías las fuerzas de estar conmigo o- o no lo sé. Quise evitar que nuestra relación se convirtiera en algo de lo que estuvieras obligado a participar.

𝙎𝙐𝘾𝙃 𝙄𝘿𝙄𝙊𝙏 ཻུDonde viven las historias. Descúbrelo ahora