capítulo #11: shooting stars

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Después de que fueron al centro, ya que Jungwon necesitaba comprar algunas cosas y no quería ir solo, se encontraban los dos chicos compartiendo una bella tarde en una banca que daba a la gran ciudad

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Después de que fueron al centro, ya que Jungwon necesitaba comprar algunas cosas y no quería ir solo, se encontraban los dos chicos compartiendo una bella tarde en una banca que daba a la gran ciudad.

El cielo se estaba apagando, no hubo ni una pizca de luz en todo el día, se mantuvo oscuro y triste. Aunque, para Jay, secretamente, Jungwon era el único rayito de sol que necesitaba para estar bien. Jamás lo iba a admitir en voz alta, pero mientras el menor no lo supiera y sea él quien solo mantenía el secreto, estaba conforme con eso. Todavía no estaba muy seguro de qué sentir por Jungwon, sus sentimientos son muy frágiles, y por eso teme a expresarlos de cualquier forma y acabar herido.

Jay ya no quiere estar lastimado.

—¿Sabes? —la dulce voz de Jungwon lo obliga a caer en el mundo real, donde las luces de la metrópoli son encendidas creando el paisaje más fascinante que sus ojos alguna vez vieron. Jay ladeó su cabeza hacia el menor, él por igual estaba enfocado en el corazón de la ciudad. —Cuando estoy triste, me gusta mirar el cielo y contar una a una las estrellas hasta olvidarme de la razón por la cual estaba triste. ¿Crees que es tonto?

—No, no lo es. Yo también lo hago. —aunque con un motivo totalmente opuesto al suyo.

—Miro las constelaciones y me pregunto qué hubiera sido de mí si ellas no estuvieran acompañandome todas las noches. —Jungwon arrimó una sonrisa en sus labios. —Estaría acabado.

Jay volteó a verlo, el rostro del chico estaba alzado hacia arriba, comenzando a notar las primeras estrellas de la noche. A pesar de que no fueran muchas, ya que había pronóstico de lluvia, Jungwon estaba feliz de poder alcanzar a ver algunas para sentirse mejor.

—Somos insignificantes al lado de su resplendor, ¿no crees? —el pelinegro también lo miró, luego sonrió mostrando sus preciosos dientes. —Es decir —apartó los ojos de inmediato cuando su estómago comenzó a cosquillear—, el cielo recibe maldiciones y en cambio ofrece estrellas. Nosotros no podemos ofrecer nada, solo nos rompemos por dentro.

—Te equivocas. —Jay también apartó la vista hacia otro lado. —Estoy seguro que tú, Jungwon, tienes el sol, la luna y las estrellas dentro de ti. No eres un ser insignificante. Tú eres el universo manifestado en forma humana.

El menor rió por los nervios de cada palabra que había dicho Jay, ¿cómo podía decirle algo como eso? Estaba muy seguro que nunca tendría la misma valentía del mayor para recitarle algo tan dulce como aquello, ¿es que acaso podía ser más maravilloso? No, realmente su corazón no iba a poder soportarlo.

—¿Te cuento algo que me dijo mi madre? —Jungwon continuó, sin importar que sus mejillas estuvieran a punto de explotar.

—Dime.

El pelinegro dirigió sus ojos hacia la persona junto a él, lo que provocó que Jay también volteara a verlo, pero definitivamente no era capaz de mantener el contacto visual. Su corazón latía increíblemente rápido, hasta creía que se iba a salir de su pecho.

—Me dijo que las estrellas fugaces son la demostración de que se puede ser hermoso principalmente cuando se cae.

El rubio, en shock, sonrió tímido. Nunca escuchó algo tan lindo como eso, temía que sus oídos estuvieran engañándolo pero, ¿cómo eso iba a ser posible? Jungwon estaba sentado a su lado relatando cada palabra con todos sus sentimientos mezclados de entre medio.

—Tu madre dijo algo muy lindo.

—Siempre que pienso en esa frase, me acuerdo de ti. —confesó, sus manos sudaban de una manera horrible. —Desde que te conocí, caíste muchas veces, pero jamás perdiste eso que te hace hermoso y único.

—Jungwon, basta. —Jay rió, con las mil y un mariposas atormentando su pobre estómago.

—¿Por qué? ¿Fue demasiado?

—Demasiado.

Ambos se echaron a reír, disipando esa invisible incomodidad que poco a poco se había generado en el ambiente. Probablemente no se vuelvan a mirar por un largo tiempo, pero lo que era certero es que se sentían cada vez más cerca del otro.

La vergüenza era inevitable, pero no estuvo ni cerca cuando ambos, al mismo tiempo, habían apoyado sus manos en el banco entre medio de sus cuerpos, accidentalmente sus dedos rozaron, lo que los convenció de entrelazarlos. Los hoyuelos del menor aparecieron a la vez que apreciaba la forma en que el mayor acariciaba la piel de su dorso con el pulgar, creando en su cuerpo una electricidad que lo estaba matando.

La gente tiene estrellas que no son las mismas. Para los que viajan, las estrellas son guías; para otros sólo son pequeñas lucecítas. Para los sabios las estrellas son problemas. Para Jay, las estrellas dentro de los ojos de Jungwon, eran oro.


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me puse soft lol

¡espero que les guste!

kdl-

𝙎𝙐𝘾𝙃 𝙄𝘿𝙄𝙊𝙏 ཻུDonde viven las historias. Descúbrelo ahora