Capítulo 8: La Atlántida

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03 de diciembre de 1987, 14:45 pm, playa Gral Villamil, Santiago de Guayaquil, Ecuador

La siguiente parada para el dúo Mago/Animal fue un lugar playero cerca de la ciudad de Guayaquil, Ecuador. El vuelo desde La Guajira había sido relativamente corto, les tomo mas o menos una hora y media cruzar de un país a otro pero al final habían llegado sin inconvenientes. Al ser todavía de día, Harrison, se mantuvo pensativo mientras decidía en donde podrían aterrizar, al final decidió que ambos aterrizaran en una playa cercana a un gran puerto marítimo. Al empezar a descender se percataron de que su plan había fallado, en la superficie había decenas de muggles disfrutando de un agradable día soleado de playa, Harrison al ver la cantidad masiva de muggles le pidió a su amigo serpiente que los ocultará con su habilidad de invisibilidad, el joven Peverell ni siquiera había terminado de hablarle a su amigo cuando sintió la sensación de invisibilidad, solo pudo sonreír y después le agradeció a su amigo por la ayuda, este último le dijo que no era nada. Con eso último ambos descendieron hasta una zona en la que casi no había personas, Harrison fue lo más rápido posible a un sanitario público para que, Quetzalcóatl, pudiera deshacer la invisibilidad, después de un rato, Harrison junto con Quetzalcóatl salieron del sanitario sin ningun cambio en la apariencia del niño, Quetzalcóatl le explicó que en este lugar no sería necesario gracias a qué había muchos turistas de diferentes partes del mundo por lo tanto no sería raro de ver a un niño inglés caminando por ahí solo...

Harrison sonrió al ver lo increíble que se veía la playa frente a el, no negaría que también el clima ayudaba mucho a la vista del lugar, el día era perfecto para correr hacia la playa y darse un gran chapuzón, Quetzalcóatl leyó los pensamientos de su amigo y puso una cara sería, decidió que era mejor no retrasar más las cosas y continuar con el entrenamiento de su amigo...

Quetzalcóatl empezó a llamarle a Harrison a través de la telepatía, fueron unos largos minutos en los que su amigo lo ignoró por completo pero al final una pequeña mordida en el brazo hizo llamar la atención de Harrison...

-Harrison hizo una mueca de dolor al sentir la mordedura de su amigo serpiente, sabía que había hecho algo que enojara a su amigo así que hablo-Tienes suerte de que mi regeneración me haga inmune a todos los venenos existentes, incluyendo el tuyo_dijo a través de la telepatía en un tono molesto que hizo reír a la serpiente emplumada

-No me hacías caso por lo tanto trate de llamar la atención de la manera más sencilla posible_dijo Quetzalcóatl sintiendo como su amigo ponía los ojos en blanco

-Harrison solo suspiro sabiendo que no llegaría a ningún lado, decidió que era hora de saber que era lo que quería su amigo emplumado-¿Que era lo querías decirme antes de morderme?_pregunto mientras su amigo se quedaba en silencio por unos breves momentos, no tardó mucho en responder

-¿Que se supone que haremos en estos momentos?_ahora pregunto la serpiente viendo como su amigo tomaba un tono pensativo hasta que después de unos minutos respondió

-Estaba pensando que tal vez podría divertirme en la playa durante algunas horas_respondio Harrison con un tono de emoción pura

-Quetzalcóatl solo pudo pensar que lo siguiente que diría no le gustaría para nada a su amigo mago-Ya tendrás mucho tiempo para visitar más playas en el futuro, pero ahora me gustaría que fueramos a un lugar que es una parada obligatoria para cualquier mago elemental_dijo la serpiente viendo como la cara de decepción de su amigo cambiaba rápidamente a una de curiosidad

-Harrison al oír las primeras palabras de su amigo se sintió algo mal, el quería conocer la ciudad de Guayaquil pero conforme su amigo fue hablando más, el se interesó en el tema, más cuando dijo acerca de una parada obligatoria para cualquier mago elemental, la curiosidad le ganó así que finalmente pregunto aquella duda que cultivo su amigo en el-¿Cómo se llama este lugar? Y ¿Porque es tan especial para los magos elementales?_pregunto con emoción en su voz, Quetzalcóatl sonrío a la actitud de su amigo y le contestó

El último descendiente PeverellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora