Capítulo 9: Perú, Un País Lleno de Sorpresas

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11 de diciembre de 1987, 09:30 am, Isla Isabela, Archipiélago de las islas Galápagos, Ecuador

Habían pasado algunos días desde que el dúo Mago/Serpiente huyeron de la Atlántida, después de huir gracias al Destello de Harrison, ambos llegaron de nuevo a Isla Santiago, Quetzalcóatl todavía no terminaba de impresionarse por tal increíble magia que había creado su amigo, Harrison por su parte estaba agotado tanto físicamente como mágicamente, la serpiente emplumada atribuyó eso al excesivo uso de magia que empleo su amigo al desaparecer de un lugar y aparecer en otro lugar completamente alejado, después de eso Quetzalcóatl le pregunto a su amigo como se encontraba pero este le respondió diciéndole que se encontraba bien pero algo cansado, la serpiente lo pensó por unos minutos pero al final decidió darle a su alumno algunos días de descanso, recordó que había pasado bastante tiempo desde la última vez que le había dado algunos días de descanso así que considero bueno que descansará en un lugar tan pacífico como lo era Galápagos, Harrison al oír la propuesta de su maestro la acepto sin dudar y así fue como comenzaron las pequeñas vacaciones de Harrison en el archipiélago Galápagos...

Fueron en total 5 días en los que Harrison disfruto como nunca de lo que islas Galápagos ofrecía, el realizó multitud de actividades al igual que aprendió mucho. Harrison no solo estuvo en una isla, estuvo en todas, Buceo y surfeo en Isla Santa Cruz, esa fue una experiencia completamente nueva para el ya que no conocía nada del surf ni el buceo. Otra actividad que hizo fue visitar la Estación Científica Charles Darwin, Harrison puso atención a todo el recorrido y al final aprendió que la estación llevaba el nombre de un muggle importante llamado Charles Darwin. También visito una playa que parecía sacada de otro planeta, la arena de está era de un color rojo y parecía la superficie del planeta marte, está playa estaba ubicada en Isla Rábida y en palabras de Harrison fue una de las mejores visitas, incluso se llevó un poco de la arena del lugar para tener de recuerdo. Otro lugar que Harrison visito fue el Arco en Isla Darwin, ese preciso lugar en palabras del mismo Harrison fue algo diferente, pero no por el hecho de que fuera espectacular sino que su magia elemental parecía reaccionar, Quetzalcóatl junto con Harrison fueron hacia este lugar y cuando llegaron, Harrison se sintió diferente, el sentía que su magia se potenciaba varias veces, un pensamiento paso por la cabeza del joven Peverell y decidió probar si el pensamiento que paso por su mente era correcto. Harrison canalizó su magia en sus manos y apunto hacia un lugar con tierra, Quetzalcóatl se pregunto que estaba haciendo pero se quedó mudo al ver cómo un árbol crecía en el lugar en donde Harrison había apuntado hace apenas unos segundos, esto si que había sido una sorpresa ya que Harrison había logrado aparecer un árbol, no una hoja ni una planta, fue un árbol. El niño por su parte se sentía orgulloso pero sabía que esté no era su poder, al parecer estaba en lo correcto, este lugar por alguna extraña razón potenciaba su madera a niveles inimaginables, por eso es que podía hacer uso de ella sin ningún problema. Harrison le explicó eso a un todavía sorprendido Quetzalcóatl y este último solo le dijo que no quería ni siquiera imaginarse lo poderoso y peligroso que sería en un futuro una vez haya aprendido a dominar su habilidad madera...

Hoy era el día en el que Harrison partiría hacia una nueva aventura, desde hace unos días había decidido que su siguiente destino sería el país de Perú, un país que llamaba su atención y quería conocer. En estos momentos el niño se encontraba acomodando todas sus pertenencias en su maleta, se había levantado más temprano de lo normal para poder estar a tiempo pero no sé espero que una carta por parte de sus padres llegará justo en esa precisa mañana, Harrison dejo de hacer lo que estaba haciendo y de inmediato fue a leer la carta que le habían mandado, después de unos minutos de leer el tenía una sonrisa en los labios, al parecer en la carta no venía nada relevante nada más el hecho de que sus hermanitos iban creciendo cada día, al igual que algunas anécdotas habían ocurrido en el tiempo que no había estado, como siempre ellos se despidieron de el diciéndole que lo amaban mucho y que se cuidara, Harrison al terminar de leer la carta empezó a escribir su carta de respuesta para ellos, después de unos minutos el ya tenía su carta lista y la coloco en la pata de la lechuza que había traído la primera carta. Harrison al terminar de hacer esto se percató de que se había atrasado mucho así que rápidamente prosiguio a acomodar todo. El niño ya estaba terminando pero una voz hablo desde la ventana...

El último descendiente PeverellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora