La algarabía y furor provocado por la selección del gran Henry Gryffindor, como el campeón del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, cesó de inmediato con esas dos palabras dichas por Albus Dumbledore.
Nadie aplaudió. Nadie gritó. Nadie vitoreó. Un zumbido como de abejas enfurecidas comenzaba a llenar el salón. Algunos estudiantes, en especial de años superiores, se levantaron de sus lugares y comenzaron a mirar hacia todas las direcciones posibles; los que no lo hicieron se mantuvieron en un claro estado de incredulidad.
Henry Gryffindor, por otro lado, detuvo su caminar antes de entrar por la puerta que le había indicado el director de Hogwarts, y no pudo evitar que su estómago se sintiera asqueado, y con unas inmensas ganas de vomitar.
En la mesa de los profesores e invitados, la profesora McGonagall y el profesor Snape se levantaron de sus asientos y de inmediato se acercaron a un Albus Dumbledore que se encontraba totalmente fuera de lugar. Lo que sea que le estuvieran diciendo al director de Hogwarts pareció devolverlo a la realidad debido a que casi de inmediato comenzó a hablar en voz baja con los dos profesores.
Lo único que se podía escuchar y ver de esa conversación eran los rostros preocupados de los tres adultos y un semblante estoico del director de Hogwarts (un semblante poco común en él).
El lord de la Noble Ancestral y Más Antigua Casa de los Gryffindor, sin saber qué hacer en ese momento, se mantuvo de pie y esperó que su maestro dijera algo. El joven pelirrojo, para sus adentros, solo esperaba que el responsable de esa broma saliera y aclarara todo.
La mirada de Henry Gryffindor recorrió el salón buscando al responsable de tal broma, pero no había nadie que mostrara indicios de haber sido. Instintivamente, y después de que sus esperanzas se esfumaran, su mirada se posó en la larga mesa de Gryffindor que, en ese momento, miraban en dirección de Albus Dumbledore y los demás profesores e invitados.
Conforme pasaron los minutos, Henry Gryffindor fue testigo de cómo, en la mesa de profesores, todo comenzaba a ser un completo desastre; los directores de las otras escuelas mágicas, junto con los representantes del Ministerio, llegaron enseguida con Albus Dumbledore exigiendo respuestas acerca de lo que estaba pasando. Lo único que alcanzó a escuchar Henry Gryffindor fue el grito de Barty Crouch diciendo: ¡¿Cómo es posible que permitas algo así, Dumbledore?! ¡¿Cómo es posible que permitas que alguien ensucie el nombre de lord Peverell de esa manera?!
Lord Gryffindor, estando completamente conmocionado por lo que acababa de suceder, caminó en dirección de la puerta de los campeones. No presenció cómo, de inmediato, varios grupos del Ministerio de Magia llegaban al lugar, listos para saber qué es lo que sucedía.
Henry Gryffindor salió del Gran Comedor y, luego de que entrara por la puerta que se le indicó, se encontró en una sala más pequeña, decorada con retratos de brujos y brujas. Delante de él, en la chimenea, crepitaba un fuego acogedor.
Cuando entró, las caras de los retratados se volvieron hacia él. Estaba tan sorprendido que ni siquiera se percató del retrato de una bruja con el rostro lleno de arrugas que salía precipitadamente de los límites de su marco y se iba al cuadro vecino, que era el retrato de un mago con bigotes de foca. La bruja del rostro arrugado empezó a susurrarle algo al oído.
—¡¿Cómo es posible que esto esté pasando?!_se preguntó lord Gryffindor para sí mismo, sintiéndose realmente mal
—¡Harrison Peverell murió! ¡¿Cómo es posible que su nombre saliera en el Cáliz de Fuego?!_volvió a preguntarse para sí mismo, sin percatarse de que ya estaba a punto de llegar al lugar de los demás campeones
Viktor Krum, el famoso jugador de quidditch, y Fleur Delacour, la hermosa veela, estaban junto a la chimenea de la habitación. Con sus siluetas recortadas contra las llamas, tenían un aspecto curiosamente imponente. Krum, cabizbajo y siniestro, se apoyaba en la repisa de la chimenea, ligeramente separado de la campeona mitad veela. Fleur Delacour lo miró cuando entró, y ocultando un claro indicio de fastidio, y volvió a echarse para atrás su largo pelo plateado.
ESTÁS LEYENDO
El último descendiente Peverell
FanfictionLa vida de Harry James Potter nunca fue sencilla... Desde que tenía memoria, recordaba estar siempre a la sombra de su gemelo y hermano menor, Henry Potter... "El-Niño-que-vivió" Un día, y sin que Harry lo supiera, su destino cambiaría drásticamente...