El último descendiente Peverell

Capítulo 27: "Presagio"

¿Qué es un presagio? La palabra presagio sirve para definir a una forma de adivinación y que frecuentemente hace referencia a la llegada de un cambio, por lo tanto un presagio representa una señal, la cual se puede interpretar como el anuncio de algo que está por pasar. Los presagios pueden ser considerados como buenos o malos, dependiendo de cómo sea interpretado.

En los tiempos antiguos, los presagios eran fenómenos que representaban algo realmente serio. Incluso, en la época grecorromana los presagios se encontraban clasificados en:

Aquellos que surgían por el estremecimiento del cuerpo o por palpitaciones. Se dice que cuando una persona tiene palpitaciones o se estremece sin ninguna razón, es señal de que algo malo va a ocurrir.

Los zumbidos en el oído, también es considerado como un presagio, ya que es un indicio de que alguien está hablando de esa persona, en su ausencia.

El encuentro con ciertas personas, como por ejemplo un enano, un bizco o cualquier otra persona con algún defecto físico, era considerado un presagio. Lo mismo sucedía si una persona se topaba con un gato negro o una serpiente, ya que estos animales eran considerados como de mal augurio.

Existen algunas personas que se dedican al arte de la adivinación, suelen interpretar lo que supuestamente sucederá en el futuro; a estas personas se les conoce como clarividentes o brujos.

En los pueblos antiguos tanto romanos como griegos, siempre sus habitantes al igual que sus gobernantes, estaban pendientes, de cada señal que observaban o sensación que sentían, para poder determinar cuáles acciones debían tomar. Para ellos los presagios eran sagrados.

Con el paso del tiempo y gracias al avance que ha tenido la ciencia y el racionalismo, el tema de los presagios fue catalogado como supersticiones que solo forman parte del folklore y que no repercute de ninguna manera en la vida cotidiana de las personas...

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-... Es grandioso estar de vuelta, ¿No lo crees, amigo?_le preguntó un sonriente y entusiasmado Harrison a su inseparable amigo. El fénix dió un asentimiento en afirmación, mientras ambos caminaban por el sendero boscoso que conducía hasta la mansión Calderon-Boot

Un día entero había transcurrido desde la última conversación que habían tenido Harrison y el sombrero seleccionador. Desde entonces, Harrison no había realizado grandes cosas. En un principio, el joven Peverell pensó visitar la, ahora no tan secreta, Cámara de los Secretos, pero al final descartó esa idea; algo en su interior le dijo que todavía no era el tiempo de regresar a la Cámara. Con esa decisión tomada, Harrison regresó a la enfermería para posteriormente recibir una última revisión médica por parte de la señora Pomfrey. Luego de eso, Harrison se despidió de algunos profesores de Hogwarts (Flitwick, Sprout, Hooch y Hagrid) y usó el traslador que lo llevaría hasta Hogsmade. El resto, es historia...

Caminando por el fresco sendero boscoso de la residencia Calderon-Boot, Harrison no pudo evitar que la sonrisa de entusiasmo en su rostro, desapareciera. En ese momento, su mente se comenzó a llenar de recuerdos, o más bien, de recuerdos de personas. Horus se dio cuenta de eso y, de inmediato, dejó de sus cánticos y empezó a dar suaves chillidos que sonaban más cómo preguntas...

-Es difícil no pensar en ellos, Horus..._dijo un pensativo Harrison, dándose cuenta que, el fénix, se habia percatado de su estado de ánimo

-... Les envié una carta a cada uno de ellos está misma mañana. Pero... tengo un mal presentimiento... tengo el presentimiento de que no responderán_dijo un cabizbajo Harrison, mientras un tono lleno de tristeza comenzaba a filtrarse en su voz. Horus se percató de eso y no dudó en frotar su rostro con la mejilla de su amigo