Capítulo 41: Balance III

1.7K 185 117
                                    

Sintiendo que sus ojos se abrían de forma involuntaria, ante lo que acababa de decir la serpiente emplumada, Harrison aguardó silencio y no respondió a lo dicho por su antiguo maestro, amigo y familiar.

Oír el tono tan serio, tan severo, provocó que algo dentro de Harrison le avisara que las cosas no iban bien. Tuvo el extraño presentimiento de que las cosas, en lugar de mejorar, solo empeorarían.

Haciendo todo lo posible para ignorar la extraña sensación que había comenzado a invadir su cuerpo, suspiró profundamente y habló.

—… ¿Qué ha sucedido, Quetzalcóatl?_le preguntó Harrison a su antiguo maestro

—Es mejor que hablemos de esto en privado, Harrison_le aseguró la serpiente emplumada, girando su cabeza ligeramente en dirección de su homólogo elemental

—Hay algunas cosas que debo de discutir en compañía de Quetzalcóatl, Harrison. Nos vemos más tarde en mi cabaña_le aseguró el panda gigante, usando un tono que no denotaba emoción alguna

En un potente y poderoso destello de color verde, ambos maestros elementales se fueron del lugar, sin dar más explicaciones.

—No me gustó el tono que usaron esos dos _ comentó Vali, sacando a todos de sus pensamientos

—¿A qué te refieres, Vali?_cuestionó Frigg, terminando de asimilar toda la situación que acababa de presenciar

—¡Madre ya ha dado su veredicto!_ murmuró el joven Peverell, respondiendo a la duda de todos

Finalmente comprendiendo todo, y luego de atar varios cabos, el joven Peverell supo que, el extraño comportamiento de Bao Bao y la inusual severidad en el rostro de su familiar, se debió a un suceso ya pasado y de gran magnitud; ¿Qué otra cosa podía ser que no fuera el veredicto de Madre?

—¡¿Cómo es eso posible?! ¡Todavía es muy pronto para que Madre dé su veredicto!_ expresó la princesa de Asgard, no pudiendo evitar que su mirada se dirigiera hacia un Harrison que se veía totalmente ido

—Es posible que el veredicto de Madre haya estado condicionado por algún tipo de suceso o sucesos que, en este momento, estén ocurriendo_sostuvo el antiguo rey de Asgard, no encontrando otra razón para que Madre diera su veredicto tan rápido

—Lo único que podemos hacer, por ahora, es esperar a saber qué decidió Madre en cuanto a Harrison. No nos adelantemos a buscar soluciones a algo que escapa de nuestro entendimiento_declaró Vali, dándole una fugaz mirada a su sobrina

Desde luego, el antiguo rey de Asgard era muy consciente de que, su sobrina, trataría de ayudar, de una u otra forma, a su más nuevo… ¿amigo? No sabía si ella o Harrison eran amigos, jamás lo habían aclarado abiertamente y sinceramente no esperaba que ella lo hiciera; era muy orgullosa para decir que Harrison Peverell, un “No-mágico”, era su amigo. No obstante, y con el paso del tiempo, Vali fue dándose cuenta de lo mucho que a Frigg le agradaba estar cerca de Harrison, y viceversa. De manera constante, él aprendía de ella y ella aprendía de él, quizá por eso su relación parecía crecer cada vez más…

—Regresaré a mi entrenamiento. Los veré más tarde_les dijo Vali a ambos jóvenes, procediendo a desaparecer en una bandada de cuervos

Todos los presentes comenzaron a irse, inclusive Sköll y Hati que decidieron correr a través del cielo; Hati hizo todo lo posible para que su hermano, Sköll, no fuera en dirección del sol.

En un momento, los únicos en el lugar eran Frigg y Harrison.

El joven Peverell, sintiendo como miles de pensamientos golpeaban su mente, tomó asiento debajo del árbol en el que había estado hace un rato y comenzó a pensar. Frigg solo lo veía, de igual manera, pensativa…

El último descendiente PeverellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora