Capítulo 40: Balance II

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Caminando en medio de una residencia en ruinas, un joven agotado, malherido y con una mirada que no reflejaba absolutamente nada miró en dirección de un objeto tirado en el suelo; un pequeño retrato, con el cristal roto y con la foto en el interior algo quemada.

Recogió el pequeño retrato y lo limpió con su mano. En dicho retrato, él pudo observar la imagen de una familia de cuatro integrantes; todos sonriendo ampliamente y pareciendo estar muy felices.

El joven volvió a dejar el pequeño retrato en el suelo debido a que, enseguida, oyó la repentina aparición de alguien más.

—¡Demoraste en llegar, Riddle!_comentó el joven Harrison Peverell, llevando su mirada en dirección del recién llegado; lord Voldemort

—Te ofrezco una disculpa, Harry. No todos somos tan veloces como tú_contestó Tom Riddle, lord Voldemort, desde debajo de gran túnica negra

El joven Peverell observó cómo, Tom Riddle, recorría el lugar con bastante detenimiento; apreciaba cualquier detalle de lo poco que quedaba en ese lugar.

—Ver este lugar, incluso en ruinas, me trae muchos recuerdos. Aquí fue donde nuestros destinos se unieron, Harry. Es bastante irónico que, aquí mismo, esos destinos se separen…_comentó lord Voldemort, quitándose la capucha que lo cubría

Las facciones de su rostro, facciones que ya  no eran para humanas y que parecían ser la mezcla entre una serpiente y un demonio, lo vieron con una mezcla de emoción y deseo.

—Incluso después de perderlo todo, ¿aún sigues creyendo que podrás derrotarme, Harry?_le preguntó Voldemort por última vez

—No respondió ante lo dicho. Harrison en respuesta cerró los ojos y se concentró. La iris de sus ojos, de un momento a otro, cambió de su habitual verde jade a un plateado intenso—¡El sacrificio de todas las personas que conocí no será en vano! ¡SU SACRIFICIO NO SERÁ EN VANO, RIDDLE! ¡Acabaré contigo! ¡Acabaré con toda esta locura que comenzó hace diecisiete años!_ declaró Harrison, usando un tono lleno de determinación y decisión

—Eso lo veremos a continuación, Harry. Solo quedamos tú y yo. Tú eres mi último obstáculo antes de que pueda llegar hasta “eso”_le advirtió Riddle, dedicándole una sonrisa enferma y desquiciada

—¡Acabemos con esto, Riddle! ¡Acabemos con lo que nosotros mismos empezamos!_ expresó Harrison, preparándose para la que, posiblemente, sería la última batalla en su vida

Y así, parados en sobre las ruinas de lo que algún día fue el Valle de Godric, ambos corrieron en dirección del otro a una velocidad que no era normal. El joven Peverell haciendo aparecer su legendaria vara de saúco, mientras que Tom Riddle convocaba un ejército de cientos, miles de basiliscos detrás de él…

—¡HARRISON! ¡HARRISON! ¡HARRISON!_ gritó la voz de alguien, repentinamente

Harrison abrió con brusquedad sus ojos. Estaba empapado de pies a cabeza en un sudor helado, las sábanas de la cama se le enrollaban alrededor del cuerpo como una camisa de fuerza, y notaba un intenso dolor en la cabeza, como si le hubieran dado un fuerte golpe.

—¡Harrison!_habló el maestro del elemento madera, llegando a la habitación en ese momento

El antiguo rey de Asgard, Vali Odinson, junto con el lobo Sköll, estaban ahí presentes en la habitación. En los rostros de ambos, evidentemente, se podía ver cierto desconcierto por lo que acababan de ver y escuchar hace solo unos minutos.

Por otro lado, el antiguo lord Peverell se sujetó la cabeza con ambas manos; el dolor lo cegaba… Giró hacia un lado y vomitó desde el borde del colchón.

El último descendiente PeverellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora