La confianza es como un puente de cristal frágil y transparente que eleva nuestra vida. Es probable que nos haya llevado mucho tiempo y mucho esfuerzo construirla, por lo que es un bien más que preciado. Sin embargo, a pesar de que merece tanto trabajo y de que aporta tanta dicha, la confianza suele ser destruida en apenas unos segundos por nuestros descuidos, nuestros egoísmos y nuestras actitudes interesadas.
Cuando un sentimiento tan importante como la confianza se quiebra, algo en nuestro interior fallece. Esto ocurre porque la mentira pone en duda mil verdades, haciendo que nos cuestionemos incluso las experiencias que creíamos más francas. Un dicho popular afirma que una gota de mentira contamina un mar de verdades. A pesar de que solo se trata de una mentira, esa mentira tiene el potencial de ponernos en duda sobre todo lo se nos ha dicho.
Aunque la mentira pueda alcanzar límites insospechados, la verdad siempre acaba trascendiendo. Como se suele decir, se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, pues sus palabras y sus actos no se sostienen. Cabe recordar que para mentir es necesario tener buena memoria. Mentir desgasta mucho, pero sobre todo, destruye amistades y a nosotros mismos.
De todas maneras, el hecho de que todo caiga por su propio peso no quiere decir que el golpe no vaya a resultar aparatoso y doloroso. De hecho, lo normal es que ocurra precisamente lo contrario y que la mentira y la traición supongan un antes y un después en nuestra vida.
Es común escuchar eso de "Si te traicionan una vez es la culpa del otro, pero si te traicionan dos veces, es tu culpa". Lo cierto es que a esta afirmación no le falta razón, pero sí que debemos cogerla con pinzas.
La idea es aprender de nuestros errores y que no repitamos nuestros fallos, pero en último término nunca deberíamos sentirnos culpables de que nos engañen. ¿Cómo vamos a ser nosotros responsables de lo que hagan los demás? Es una locura. Si alguien nos miente, la responsabilidad es del que miente, no nuestra. A pesar de ello, es cierto que podemos sentirnos tristes, pero es importante no sentirnos culpables porque nosotros no habremos hecho nada. Bueno sí, confiar, y confiar es un gesto precioso que une de forma maravillosa a la gente.
No obstante, es probable que esto nos haya atormentado en más de una ocasión, haciéndonos sentir estúpidos por haber caído en las redes de alguien a "quien se venía venir". En este sentido, resulta muy fácil atar cabos cuando ya se ha caído la casa y se ha despedazado. Sin embargo, no siempre es fácil ver venir la mentira. Ponemos toda nuestra buena intención en la relación de amistad y nada nos tiene porque hacer sospechar de que existe una mentira o se avecina una.
Ni somos adivinos ni somos infalibles. Además, los demás tampoco son perfectos y en algunos casos tenemos que plantearnos que las buenas personas también cometen errores, por lo que también hay que estar abiertos a perdonar. ¿Quién no ha mentido alguna vez? Es cierto que hay diferentes grados en la gravedad de las mentiras, pero seguro que todos los hemos hecho en algún momento y estábamos convencidos de que teníamos razón para ello.
La ingratitud y la traición nos duelen especialmente cuando afectan a las personas que queremos y tenemos alrededor, como nuestra pareja, nuestros amigos o nuestra familia. Cuando esto ocurre comienzan a actuar la rabia, la impotencia y la ira, haciendo que perdamos los papeles.
También es muy doloroso (y por desgracia demasiado común) que alguien haga algo por nosotros esperando solamente recibir algo más por nuestra parte. Este tipo de traición nos rompe los esquemas y sumerge nuestro mundo emocional en un auténtico caos.
Por increíble que parezca, esta reacción es bastante común cuando la "herida emocional" está abierta e infectada. De la misma forma, tampoco porque nos la hayan jugado tenemos que vestir con una armadura ante todas las personas que nos rodean. Basta con que nos protejamos contra el traidor. La confianza hacia los demás no debería depender de que una sola persona nos haya mentido. Que alguien, de forma aislada, nos haya traicionado, no es sinónimo de que lo hagan otras personas. Así pues, como se defiende desde la psicología, es mejor no generalizar.
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El último descendiente Peverell
FanfictionLa vida de Harry James Potter nunca fue sencilla... Desde que tenía memoria, recordaba estar siempre a la sombra de su gemelo y hermano menor, Henry Potter... "El-Niño-que-vivió" Un día, y sin que Harry lo supiera, su destino cambiaría drásticamente...