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—Enserio. –Michael hizo una mueca de asco y señalo mi ropa interior. Baje la mirada un poco, encontrando los calzoncillos rosados con ponis estampados en ellos. — ¿Por qué usas esto?

—Estaban en oferta.

—Me dices lo mismo de toda tu ropa interior. –suspiro pesadamente pasando su mano por su rojizo cabello. — ¿Podrías comprar ropa interior decente?

—Pero a mí me gustan. –susurré mordiendo nerviosamente mi labio inferior.

Michael soltó un jadeo casi silencioso, tomándome de las manos y dirigiéndome al sofá. Introdujo la punta de sus fríos dedos por debajo de mi camiseta, levantando un poco la tela para después quitarla por completo.

—Oh.

—Me detendré si no te gusta, ¿de acuerdo? –me miró fijamente a los ojos, tomando mi barbilla en sus manos y obligándome a verle. –No quiero obligarte a nada.

—Estoy bien con esto.

—De acuerdo, quítate los calzoncillos. –indicó en voz baja. Me tomó un par de segundos reaccionar y torpemente baje mi ropa interior, deslizándose por mis piernas. –Maldita sea.

Voltee a verlo con los ojos abiertos, preocupado de que algo estuviera haciendo mal pero Michael mantenía su labio inferior entre sus dientes. Su mano apretaba fuertemente el sofá mientras su otra mano libre tocaba su abultado miembro, frotándolo rápidamente.

—Ven aquí. –susurro.

Cogió mi mano entre la suya y cuidadosamente me coloco encima de él. Separe mis piernas, poniéndolas a cada lado de su cintura. Michael exhalo fuertemente, inclinándose a mi dirección y suavemente comenzó a besar mis clavículas, manteniendo mis manos sujetas por detrás de la espalda. Gemí en voz baja y ladee un poco la cabeza, permitiendo que sus labios depositarán descuidados besos por todo mi cuello.

— ¿Quieres seguir con esto?

Las palabras de Michael sonaban más como una súplica que una pregunta. No quería que nunca más se detuviera, me gustaba la dulce sensación de sus labios sobre mi piel. La forma en la que succionaba y lamía.

—No te detengas, por favor. –susurre en su oído. Michael jadeo ejerciendo fuerza en el agarre de mis manos. —M –Michael.

Tan pronto como había pronunciado esas palabras, sus labios se desplazaron a mi pecho y su mano acariciaba mi entrepierna, bajando y subiendo haciendo de mi respiración irregular. Ni siquiera sabía por qué habíamos terminado aquí. Hace unos días apenas nos hablábamos y ahora estábamos a punto de hacerlo.

— ¿Cómo te sientes ahora? –preguntó jadeante.

—Estoy bien. –asentí.

Hundí mi rostro en el hueco de su cuello chupando la piel y sacándole suspiros de placer, mientras él majaseaba mi pene.

Después de un breve momento se detuvo, enderezándose y así poder observar detenidamente su rostro. Sus brillantes ojos verdes podían ver a través de los míos. Me sonrió débilmente y beso mi mejilla antes de volver a inclinarse y tomar la palpitante erección entre sus manos.

—Cierra los ojos. –me pidió dulcemente.

Accedí a ello y dudoso cerré los ojos. Entonces sentí el roce de sus labios contra mi pene. Chupo la punta por unos segundos para después introducirlo en su boca, masajeándolo con su lengua y acariciando mi cintura. Estaba perdiendo el control sobre mí mismo, ¿Qué estaba ocurriendo? Teniendo a Michael chupando mi pene no era algo que había imaginado, no después de enterarme que gustaba de Ashton.

Roommates » Muke AUWhere stories live. Discover now